Jonny Tickle para RT
La amenaza de una «desestabilización irreversible» está creciendo en Rusia, pero el país debe tener cuidado de no establecer «experimentos liberales» arriesgados que podrían fracasar fácilmente, afirmó el ex asesor presidencial Vladislav Surkov.
En un artículo para el website Actual Comment, Surkov utilizó la analogía de la entropía para describir cómo aumenta el caos en un sistema cerrado. Según él, es necesario un estado fuerte para restringir lo que denominó «entropía social».
El ex funcionario clave, una vez apodado el “cardenal gris” del Kremlin, ocupó el puesto de asesor del presidente hasta febrero de 2020 y ha servido bajo Putin en varios cargos desde 1999. También se lo describe a menudo como uno de los padres fundadores del “putinismo”, y algunos lo describen como responsable de la idea de que la seguridad del estado debe estar por encima de las libertades individuales.
Según Surkov, los primeros veinte años del siglo XXI han visto cómo la estabilidad se había mantenido con éxito, después del caos social de la década de 1990, sacando «al país traumatizado de debajo de los escombros de la perestroika». «Estos años seguramente serán recordados algún día como una edad de oro», dijo Surkov.
Sin embargo, tarde o temprano, el país verá más y más caos a medida que el estado no haga frente a las “malsanas aspiraciones” de los ciudadanos. Surkov advirtió que el estado ruso no debería intentar lidiar con los crecientes disturbios abriendo el sistema político, alegando que esto podría conducir a «ataques incontrolables» de ira civil y «desestabilización irreversible». A pesar del potencial de caos, no es la primera vez que desaconseja cualquier reforma en la esfera política.
En declaraciones al Financial Times a principios de este año, Surkov afirmó que la sociedad debe ser dirigida de manera que permita encontrar un «buen compromiso entre el caos y el orden». “Una sobredosis de libertad es letal para un estado”, dijo. “Cualquier cosa que sea medicina puede ser también veneno. El secreto está en la dosis”.
SONDAS: Estamos de acuerdo en que si existe un estado, los ciudadanos deben supeditar sus libertades individuales a favor de la seguridad y fortaleza de aquél, ya que el estado es la cabeza y el corazón del cuerpo social, y si estos órganos se debilitan, el cuerpo entero sufrirá las consecuencias.
Mas ¿de dónde han surgido los estados? ¿Quién los ha legitimado? Si existen gobiernos, ¿para qué hacen falta estados? Más aún, ¿cuál es la diferencia entre el estado y el gobierno?
Ésta es una pregunta que siempre ha conmovido a sociólogos e ideólogos, sin que nunca se haya clarificado de forma sensata y definitiva su respuesta. Ahí están, si no, los numerosos intentos por parte de las comunidades humanas de establecer sociedades anarquistas, en las que, precisamente, desaparecen los estados en favor de los gobiernos. Y ello porque al hombre siempre le ha chocado, incluso le ha parecido inadmisible, que unos hombres modelen y decidan el destino de todos los demás. ¿Cómo puede la subjetividad humana establecer leyes, condenar o aprobar valores, establecer, en definitiva, qué es lo legal y lo ilegal, lo lícito y lo ilícito? De esta forma se ha establecido la pena de muerte para determinados crímenes; después se ha abolido; se ha instaurado de nuevo en algunos países… en un dramático vaivén que ha hecho que en una misma generación por los mismos crímenes se haya sentenciado a la pena capital a unos y a otros, simplemente, se les haya confinado en cárceles por un periodo que podría variar entre 20 y 30 años, con reducciones de penas, revisión de los casos, libertad condicional, hasta ya no saber si se trata de castigar los delitos o recompensarlos –cárceles con bibliotecas, piscinas cubiertas, gimnasios, salas de recreo… y todo ello pagado con los impuestos de aquellos a quienes les han violado a una hija, les han robado el coche, han acuchillado a alguno de sus hijos, les han desvalijado la casa… Son éstos, las víctimas, los que tienen que pagar prisiones de lujo.
¿Quién decide que es legal, lícita, esta anómala situación? Hombres como tú y como yo, como ese y aquél, como todos. Mas a través de los sistemas democráticos, impuestos por la fuerza a las naciones, se han generado estados, cuyos miembros constituyentes no han sido elegidos por nadie. Y son ellos los que desde la sombra, desde la ocultación, manipulan a los gobiernos a través de sus tentáculos llamados eufemísticamente “instituciones” (educativas, de investigación, culturales, ONGs…
¿Cómo, entonces, se ha permitido este estado de cosas a todas luces anómalo, tiránico, opresor? ¿Quién ha producido el virus Covid-19? ¿Quién ha decidido que era una pandemia? ¿Quién ha hecho obligatorias las mascarillas y las vacunas para todos los ciudadanos? ¿Fauci? ¿Simón? ¿Illa? ¿Macron? ¿El canciller austriaco o alemán? ¿El presidente de Chile? ¿Sánchez?
Todos sabemos que ninguno de ellos tiene poder para organizar un nuevo orden mundial, ni poder ni capacidad. Es la red de estados, controlados por el deep state, los que obligan a sus respectivos gobiernos a establecer e implementar las fases necesarias para lograr ese nuevo orden mundial.
¿Habría algún cambio sustancial en la Agenda 2030 (pandemia, confinamientos, vacunas, cíber ataques, cambio climático, amenazas bioterroristas…) si se sustituyeran estos gobiernos por sus opositores políticos? Habría cambios insustanciales, pero suficientes para generar en los ciudadanos el sentimiento de que son ellos los han elegido a sus gobiernos y sus políticas y de que no hay nada ni nadie detrás de ellos –los medios de comunicación reforzarán ostensiblemente esta sensación, este engaño. Sin embargo, en el fondo de nuestro corazón y de nuestro intelecto sabemos que los gobiernos y sus instituciones son meras terminales del procesador central.
¿Por qué necesitamos estos procesadores? No los necesitamos. Y de ahí el malestar político que todo el mundo siente y la incapacidad de los ciudadanos de llevar al poder a políticos capaces de realizar un verdadero cambio, y esta incapacidad viene dada por el hecho de que estos gobiernos no tienen, de facto, ningún poder. Más aún, son los estados, con su devastadora maquinaria propagandística, los que los eligen, no los ciudadanos.
¿De dónde, preguntamos de nuevo, han surgido estas entidades que controlan nuestra vida, nuestros pensamientos, nuestras creencias… entidades invisibles, sin rostro? Son las entidades que sustituyen al Creador, a Allah el Altísimo. Es la subjetividad humana, apoderándose del poder terrenal y desbancando a la objetividad divina. Primero, pues, tuvieron que asesinar a Dios, al concepto mismo de Dios, al concepto de un Dios creador, dueño del plan existencial, en el que la muerte es meramente la puerta de salida de este mundo y de entrada al mundo del Más Allá. Después, tuvieron que convencer a los hombres de que debían ser ellos los que legitimaran el poder de unos hombres de legislar sobre otros, no basándose ya en la ley, en la objetividad del Creador, de Dios, sino en su propia subjetividad humana, produciendo constituciones que iban en contra de la propia naturaleza del hombre y que eran “matizadas” por leyes que en muchos casos anulaban el espíritu de estas constituciones.
Es mentira que haya una pandemia, que los hospitales en Europa estén abarrotados de infectados y de que ya no quepan más muertos en los depósitos. Es ilegal, por tanto, obligar a la ciudadanía a ponerse una mascarilla, a confinarse en casa, a no relacionarse con sus semejantes, ni siquiera con sus familiares y amigos. Son mentiras las catástrofes climáticas y los cíber ataques. ¿Qué medio habla de los infectados y de los muertos por gripe? ¿Han desaparecido todas las enfermedades en favor de Covid-19? ¿Es ahora, por primera vez, cuando contemplamos terremotos, erupciones volcánicas, lluvias torrenciales, tornados… o es algo que llevamos escuchando desde que éramos niños? Si unos terroristas pueden paralizar durante semanas el suministro de gas en algunos de los gaseoductos de Estados Unidos, ¿por qué no paralizan todos ellos y generan el caos en el Pentágono? ¿O destruyen definitivamente las redes?
Nadie sabe quién hace todo esto. Nadie sabe a ciencia cierta para qué se hace. ¿Para controlar al hombre? El hombre siempre ha estado controlado por las fuerzas del mal. Siempre han sido unos poco los que han logrado escapar a sus garras. Más aún, controlar al hombre es, meramente, un síntoma, un medio, una fase. ¿Para? Razón de estado.
Ahora Surkov desvela ligeramente el plan manipulador del estado para el que él trabaja y habla del peligro de llevar a cabo experimentos liberales, reforzando así el valor del socialismo, de un socialismo post-perestroika. Es el mismo discurso que leemos cada día en los medios de comunicación estadounidenses, si bien la narrativa parece la contraria. En este caso se trata de no caer en los peligrosos experimentos conservadores de derecha para promocionar los experimentos conservadores de izquierda, es decir, del socialismo post-perestroika. Ya tenemos, pues, un mismo punto de arranque, un mismo proyecto en el que unirse ambas potencias, un proyecto en el que la razón de estado, la que sea, deberá estar por encima de los individuos, de sus libertades, aplastándolos.
¿Y China? ¿Dónde estará su punto de arranque? El “estado” chino ya lo ha anunciado en repetidas ocasiones –un liberalismo socialista o un socialismo liberal. Tres patas para un banco, suficientes para que no se tambalee.
Mas ¿puede la subjetividad humana arrinconar y eliminar a la objetividad divina? Quizás sea posible dentro de Metaverso, mas no en la realidad objetiva.
Un nuevo orden mundial; un nuevo fracaso.
(141) Allah nunca dará a los encubridores la victoria sobre los creyentes. (Corán 4 – an Nisa)
(56) El partido de Allah es el partido de los vencedores. (Corán 4 – al Maidah)