El calendario maya es sorprendentemente parecido al zodíaco chino. ¿Podría ser este un antiguo intercambio intercultural?

maya1Tara Macisaac para The Epoch Times

Los antiguos sistemas de calendario maya y chino comparten tantas similitudes que es poco probable que se hayan desarrollado de forma independiente, según David H. Kelley, un arqueólogo y epigrafista de la Universidad de Calgary en Canadá.

La hipótesis que presentó Kelley es controvertida. Afirma que los calendarios indican contacto entre Eurasia y Mesoamérica hace más de 1.000 años, lo que contradice el entendimiento de la arqueología convencional de que tal contacto ocurrió por primera vez hace solo unos pocos cientos de años.

Kelley apoyó la controvertida teoría del temprano contacto transoceánico en general. Es una teoría que tiene muchos otros defensores académicos y que la revista “Pre-Columbiana”, que publicó su artículo, se especializa en explorar. Las similitudes en los sistemas de calendario son solo una parte de un creciente cuerpo de evidencia de contacto temprano.

Kelley tampoco es el único que ha notado las similitudes entre los sistemas de calendario, pero dada su autoridad como experto en la historia maya, su análisis es un pilar sobre el cual basar estudios posteriores.

Otro investigador, David B. Kelley,  ha utilizado un programa de ordenador para analizar más a fondo las similitudes entre los dos sistemas de calendario.

David B. Kelley es un lingüista especializado en Asia Oriental en la Universidad Mujeres Showa en Tokio. Su artículo, titulado “Comparación de fechas del calendario chino y mesoamericano”, se publicó recientemente en la revista “Pre-Columbiana”.

Las similitudes

En ambos sistemas de calendario, los días están asociados con varios elementos (agua, fuego, tierra, etc.) y animales. Si bien las diversas asociaciones no se alinean perfectamente entre los dos sistemas, con frecuencia se corresponden. Algunas de las diferencias pueden explicarse por cambios a lo largo del tiempo; el mismo sistema de calendario raíz puede hab er sido modificado por cada cultura de diferentes maneras.

Animales

Los mismos días en los calendarios maya y chino están asociados con el venado, el perro y el mono. Otros días también coinciden, aunque la correspondencia no es exacta. Por ejemplo, un día está asociado con el jaguar en el calendario maya, pero con el tigre en el chino. Otro está asociado con el cocodrilo en los mayas, pero el dragón en los chinos. Las asociaciones pueden ser esencialmente las mismas, aunque las manifestaciones específicas pueden diferir según la fauna o la tradición local.

Los animales domesticados del Viejo Mundo, como el caballo, la oveja, la vaca y el cerdo, también faltan en el calendario maya.

Otro ejemplo de similitud entre los calendarios mesoamericano y chino es el simbolismo combinado del conejo y la luna.

“El día 8 azteca, Conejo, estaba regido por Mayauel, diosa de la luna y del pulque de la bebida embriagadora de cactus”, escribió Kelley. Las representaciones del conejo en la luna se ven por primera vez en Mesoamérica alrededor del siglo VI. “Las imágenes del conejo en la luna machando los ingredientes para el elixir de la inmortalidad son las favoritas de los chinos y aparecieron por primera vez en la China Han en el siglo I a.C. o un poco antes.” Kelley concluyó que «Los nombres de los animales en el sistema del calendario maya… se derivan claramente de una forma prototípica de una lista ampliada de Eurasia».

El sistema chino también corresponde a esta lista euroasiática. En todo Eurasia, los sistemas de calendario se entremezclaron. Kelley, por lo tanto, consideró los sistemas griego, indio y otros como ejemplos de cómo los calendarios en diferentes culturas tienen raíces similares, pero toman formas ligeramente diferentes.

Esto lo ayudó a comprender las similitudes y diferencias entre los calendarios chino y maya y a inferir que, en última instancia, ambos tienen la misma fuente y no se desarrollaron de forma independiente. También muestra que, donde los elementos del calendario maya difieren del chino, aún pueden alinearse con otros sistemas euroasiáticos, lo que respalda la teoría del contacto temprano.

Elementos

David B. Kelley usó el programa de ordenador InterCal, desarrollado por el astrónomo de Caltech Denis Elliott, para encontrar coincidencias entre las asociaciones del día maya y los elementos chinos de fuego, agua, tierra, metal y madera.Al principio, no encontró coincidencias para estos elementos, aunque sí encontró correlaciones en asociaciones con animales como hizo Kelley. Pero cuando modificó ligeramente los parámetros de su comparación, encontró mucha más superposición.

Algunas explicaciones de fondo son necesarias aquí. La fecha de inicio del calendario maya ha sido motivo de debate. Nadie sabe con certeza cuándo comenzó, aunque comúnmente se sostiene que comenzó el 11 de agosto de 3114 a.C. David B. Kelley comenzó con esta suposición y encontró nueve coincidencias entre los dos sistemas dentro de cualquier período de 60 días, todas relacionadas con nombres de días y asociaciones de animales.

Pero luego intentó cambiar ligeramente la fecha de inicio. Cuando la cambió por cuatro días, al 7 de agosto de 3114, las coincidencias aumentaron de 9 a 30 dentro de cualquier período de 60 días, y las coincidencias incluyeron los elementos. La precisión de su comparación tiene algunas limitaciones además del cambio en la fecha de inicio. Elliott advirtió que su programa sería cada vez menos preciso cuanto más atrás en el tiempo se usara para analizar fechas.

Sin embargo, David B. Kelley escribió: “A pesar de la falta de una coincidencia sólida, la posibilidad de algún tipo de relación sistemática entre ciertos nombres de días mesoamericanos y tanto los Tallos Celestiales [elementos] chinos como las Ramas Terrestres [asociaciones de animales] es tentadora, por decir lo menos. Eso sin mencionar las implicaciones para el antiguo contacto entre el Viejo Mundo y el Nuevo.

Simbolismo no es una ciencia exacta

Kelley tuvo una tarea abrumadora para desenredar los nudos de las asociaciones cambiantes con el tiempo. Dio algunos ejemplos de cómo asociaciones que a primera vista no parecen corresponderse entre sí pueden tener alguna relación. Por ejemplo, una lista maya pipil de Guatemala tiene a la Tortuga en la posición 19; una lista malaya también tiene a la Tortuga en la posición 19; otras listas mayas y aztecas tienen un Relámpago en la posición 19; una lista hindú tiene a una Perra en la posición 19.

“La correspondencia del Relámpago, la Perra y la Tortuga normalmente se consideraría discrepante”, escribió Kelley. “Sin embargo, la diosa del día 19 azteca era Chantico, una diosa del fuego, convertida por los demás dioses en perra. El concepto del Relámpago se encuentra en Asia en todas las áreas de influencia budista y también se encuentra en México. Un manuscrito tibetano en realidad muestra a una Perra Relámpago sentada sobre una Tortuga, combinando así muy bien los conceptos asociados con la posición 19 de las listas de animales. El Códice maya de Madrid también representa a una perra sentado sobre una tortuga, una rareza biológica”.

Kelley concluyó: «En mi opinión, las correspondencias que he comentado indican contundentemente contactos culturales de algún tipo entre personas de Eurasia y personas de la antigua Guatemala o México».

Supuso que tal contacto pudo haber ocurrido alrededor de finales del siglo primero o principios del siglo segundo, añadiendo que sus conclusiones son “discutibles, pero son las mejores que he podido encontrar”.

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SONDAS: Otro caso más de cómo funciona el método científico, las investigaciones universitarias y, en general, todo lo que abarca el ámbito de la “ciencia”. Este método, que más que científico es erróneo, está basado en los hallazgos porque, dicen, son objetos, cosas reales; y a partir de estos artefactos, de esas huellas, ruinas, huesos… se construyen las teorías o hipótesis, que en muchos casos vienen a ser lo mismo, de forma que imperceptiblemente pasan a ser las nuevas verdades científicas, como el Big Bang y la evolución.

Este método obviamente nos lleva a una continua rectificación, poniendo a veces las teorías patas arriba y obligando a sus autores a reconocer que este nuevo “hallazgo” parece contradecir las bases de la arqueología, de la física, de la biología, de astrofísica… de todo lo que la ciencia hasta ahora apoyaba como la más irreductible verdad. Es lógico que así sea, pues para que este método funcionase necesitaríamos recoger y reunir todos los hallazgos posibles relacionados, por ejemplo, con la arqueología; y en este caso, a todas luces imposible, podríamos estudiarlos y llegar a alguna plausible conclusión.

Mas lo que tenemos entre las manos son restos, trozos, que normalmente abrogan las interpretaciones anteriores. Por lo tanto, primero es la teoría, una teoría unificada de la existencia, y después son los hechos con los que nos vamos encontrando. Mas esa teoría unificada ¿a partir de qué materiales podemos edificarla si, como decimos, es anterior a cualquier hallazgo? No tendremos otra fuente para esta tarea que la de los textos objetivos, los textos que nos llegan del Creador de todas las cosas, del que ha diseñado la existencia y todos sus elementos.

Estos textos, el Corán fundamentalmente, pues no ha sufrido ninguna alteración y se conserva en el idioma en el que fue revelado, el árabe, contienen todo el conocimiento funcional, el conocimiento afinado con la propia naturaleza humana, que necesita el hombre para entender la creación, sus objetivos y la mejor forma de alcanzarlos.

En el caso de las investigaciones llevadas a cabo por los Kelley (David H. Kelley y David B. Kelley), se nos informa de que hay una inquietante similitud entre el calendario maya y el chino; y esa similitud, no exenta de controversia por parte de los académicos, les ha llevado a los Kelley a concluir que tuvo que haber “contacto” entre estos pueblos, de modo que uno debió influir al otro. Y esta afirmación no les choca a los Kelley, pues ¿qué significa que hubo “contacto”? Contacto es que unas naves chinas llegan a las costas venezolanas e intercambian algunos que otros productos con los nativos de aquella región. Mas aquí estamos hablando de una profunda relación que permitió a los mayas configurar su propio calendario, basándose en el conocimiento chino. Por lo tanto, de lo que estamos hablando no es de “contacto”, sino de asentamientos, permanencia, estabilidad. Pero si este fuese el caso, ¿dentro de qué acontecimientos históricos podemos situarlos? ¿Qué documentos hablan de esta relación en las fuentes mayas o en las fuentes chinas? ¿Cómo es posible que esta relación no haya quedado registrada en sus fuentes?

El asunto se complica todavía más cuando caemos en la cuenta de que las similitudes entre China, América, Egipto, Arabia… no se limitan a los calendarios. Estamos hablando de pirámides, de construcciones megalíticas, de pinturas rupestres, de kivas, de enclaves urbanos recorridos por canales y acequias que llevaban el agua hasta sus campos de cultivo; estamos hablando de grandes presas, de sistemas de ingeniería tan complejos que hoy le sería difícil al hombre hacer algo así; y todo ello atraviesa la Tierra entera. Lo vemos en América Central y del Sur, en Malasia, en Indonesia, en África, en España, en Egipto, en Arabia… Por lo tanto, como los propios Kelley reconocen, tiene que haber una fuente original y común a todos los pueblos.

El sistema chino también corresponde a esta lista euroasiática. En todo Eurasia, los sistemas de calendario se entremezclaron. Kelley, por lo tanto, consideró los sistemas griego, indio y otros como ejemplos de cómo los calendarios en diferentes culturas tienen raíces similares, pero toman formas ligeramente diferentes.

Esto lo ayudó a comprender las similitudes y diferencias entre los calendarios chino y maya y a inferir que, en última instancia, ambos tienen la misma fuente y no se desarrollaron de forma independiente.

También muestra que, donde los elementos del calendario maya difieren del chino, aún pueden alinearse con otros sistemas euroasiáticos, lo que respalda la teoría del contacto temprano.

Rozan el sistema de transmisión histórica, pero sin llegar a tocarlo, sin llegar a entenderlo. El calendario maya no es el producto del “contacto” con los viajeros chinos, sino que ambos recibieron este conocimiento, y muchos otros, de la Fuente, del Centro, del que se propagaron todas las técnicas, el lenguaje, la escritura y el Tawhid (la Unicidad de Allah el Altísimo) –una misma Fuente desparramándose por toda la Tierra y transportando hasta el último rincón el conocimiento funcional.

[Para un estudio detallado sobre el Centro y las transmisiones a todos los pueblos de la Tierra ver: El Corán en español y su libro de comentarios-APÉNDICES-Apéndice G –“De Arabia a América y al mundo”]