El du’a es la mejor forma de comunicación con Allah el Altísimo, ya que es una de las manifestaciones a través de la cual reconocemos Su poder y el hecho de que sea nuestro Señor y nuestro ilah, nuestro Dios, la única entidad a la que podemos pedir y recibir de Ella respuesta.
A través del du’a hablamos con Allah Todopoderoso, le alabamos, le agradecemos y le suplicamos que nos conceda todo aquello que necesitamos y, al mismo tiempo, nos libre de los elementos venenosos de la existencia, que nos proteja de nuestro qarin y de los shayatin de entre los hombres y los yin.
A través del du’a le pedimos conocimiento, comprensión y determinación. Reconocemos nuestra debilidad, nuestra incapacidad para vivir por nosotros mismos.
Cada día comprobamos cómo nuestra subjetividad nos arrastra al extravío o a malas interpretaciones de la realidad.
Por lo tanto, no debemos incluir nuestras súplicas dentro de las acciones que son propias del automatismo. Debemos rescatarlas de la rutina y utilizarlas como el arma más poderosa que Allah el Altísimo le ha dado al insan.
La falta de sinceridad en las súplicas las destruye y anula su eficacia. Mas qué significa sinceridad en las súplicas –necesidad. Pedimos porque necesitamos Su ayuda, Su luz, Su guía. Las súplicas surgen de la necesidad que sentimos en el corazón de que algo se realice. Sin embargo, nosotros no tenemos poder para llevarlo a cabo. Sentimos nuestra impotencia y por ello le suplicamos. Le suplicamos como suplicamos el aire cuando tenemos la cabeza debajo del agua –con la misma premura, con la misma intensidad, con las mismas lágrimas que vertemos cuando nada en este mundo puede salvarnos o librarnos de la injusticia.
Suplicar rutinariamente, automáticamente, es permitir que se seque el único manantial de agua pura que tenemos.
Hay musulmanes que compiten entre ellos en las súplicas. Quieren mostrar cuán piadosos son o su perfecto árabe o su elocuencia. Esas súplicas no suben al Arsh de Allah el Altísimo. Son humo negro que el viento dispersa. Somos tan ingenuos que pensamos que de la misma forma que engañamos a los hombres, podemos engañar al Rahman.
Las súplicas surgen de la necesidad. Quien se siente saciado no pide de comer. Mas cómo puede haber alguien que en este mundo se sienta saciado. Sólo el ghafil se siente así. Sólo el inconsciente puede sentir que no necesita la ayuda de Allah el Altísimo. El inconsciente o el que ha perdido toda esperanza de rehacer su vida –deambula como si fuera una sombra, una apariencia que se desfigura con la noche y se hace niebla que el día disipa.
No sentir la necesidad de suplicar al Altísimo es una buena y eficaz alarma que debería alertarnos de que algo va mal en nuestra posición existencial.
Muchos musulmanes que tienen una buena casa, un buen trabajo, un buen coche, hijos brillantes, una envidiable posición social están convencidos de que Allah el Altísimo estará satisfecho de ellos. Son creyentes a los que Allah les ha dado de todo por no haber hecho nada por Su Din y haberse preocupado únicamente de dunia. Sólo suplican si hay alguien que les escucha –humo negro que no asciende al Arsh.
En este artículo iremos colocando los ad’iya, las súplicas, que aparecen en el Qur-an. Son un modelo, pero también describen las situaciones existenciales por las que deberían pasar los creyentes sinceros.
-I-
(1) Alabado sea Allah, Señor de todos los dominios. (2) El Rahman, el Rahim (3) –Soberano del Día de la Rendición de Cuentas. (4) No adoramos a otro que a Ti ni buscamos apoyo en otro
que en Ti. (5) Guíanos al camino de rectitud (6) –el camino de los que has agraciado,
(7) no el de los que son objeto de ira ni el de los extraviados.
Sura 1 – al Fatihah
-II-
(126) Dijo Ibrahim: “¡Señor! Haz de esta tierra un lugar seguro y provee de frutos
a los que de su gente crean en Allah y en el Último Día.”
Sura 2 – al Baqarah
(127) Ibrahim e Ismail suplicaban mientras levantaban los cimientos de la casa: “¡Señor nuestro! ¡Acéptanoslo! Tú eres Quien oye las súplicas y Quien tiene conocimiento de todas las cosas. (128) ¡Señor nuestro! Haz que estemos sometidos a Ti, y haz de nuestra descendencia una ummah sometida a Ti. Muéstranos los ritos de adoración y los lugares donde debamos celebrarlos, y vuélvete a nosotros con Tu perdón y Tu gracia. Tú eres el Indulgente, el Compasivo. (129) ¡Señor nuestro! Envíales un Mensajero de entre ellos que les recite Tus aleyas y les enseñe el Kitab y la Hikmah, y los purifique. Tú eres el Poderoso, el que Juzga con Sabiduría.”
Sura 2 – al Baqarah
Ibrahim e Ismail suplican a Allah el Altísimo mientras están comprometidos en una acción –construyen la Ka’bah y se disponen a establecer el Hayy y el Tawhid. Es una gran tarea en medio de un mundo entregado a la idolatría y sumergido en la ignorancia. Tienen ante ellos un trabajo casi sobre humano y piden ayuda a su Señor y piden Su apoyo.
Nosotros en cambio hacemos súplicas rutinarias. No estamos involucrados en ninguna acción por la causa de Allah, sino en acciones de dunia. Pedimos apoyo del Altísimo, pero en realidad no lo necesitamos, pues no estamos haciendo nada, no vemos ningún problema, ninguna dificultad en la práctica del Din. Todo está bien –nos sentamos con judíos y cristianos, y nos hermanamos con ellos en los diálogos inter-religiosos. Somos uno más en las sociedades occidentales –seguimos sus valores, su mil-lah. Sin embargo, suplicamos. Forma parte de la rutina en la que se ha convertido nuestro Din –no hay sacrificio en ella. Hacemos sólo lo que nos resulta fácil, y nuestras súplicas, así, no son, sino palabras vanas.
-III-
(200) Cuando hayáis cumplido con vuestros ritos, recordad a Allah como solíais recordar a vuestros antepasados o con un recuerdo aún más fuerte. Hay quienes dicen: “¡Señor nuestro, danos en esta vida!” Mas no habrá para ellos parte en Ajirah. (201) Y hay otros que dicen: “¡Señor nuestro, danos lo bueno en esta vida y lo bueno en la otra, y sálvanos del castigo del fuego!” (202) A esos se les dará lo que se hayan merecido. Allah es rápido en llevar la cuenta.
Sura 2 – al Baqarah
Debemos entender que lo mejor de dunia es lo que nos ayuda a preparar nuestra morada en los Jardines de Ajirah, y no lo que nos lleva a intensificar nuestros apegos por los “placeres” de dunia. Ropa cara, coches de lujo, mansiones… Eso no es lo mejor de dunia. Por el contario, lo mejor de dunia es conocer a buenos creyentes que nos aleccionen y nos hagan recordar Ajirah; esposas que eduquen a nuestros hijos en el Din de Allah y les pasen los valores del Islam; hijos creyentes y medios de subsistencia lícitos. Es un grave error pensar que el lujo que pueda ofrecernos dunia es compatible con una buena estación en Ajirah.
-IV-
(286) Allah no exige a nadie, sino en la medida de su capacidad. Cada uno tendrá lo que se haya merecido de bueno y de malo. “¡Señor nuestro! No nos tomes en cuenta si olvidamos o erramos. ¡Señor nuestro! No pongas sobre nosotros una carga como la que pusiste sobre los que hubo antes de nosotros. ¡Señor nuestro! No nos impongas aquello que no tengamos fuerzas para llevar. Bórranos las faltas, perdónanos y ten compasión de nosotros. Tú eres nuestro protector.
Danos la victoria sobre los encubridores.”
Sura 2 – al Baqarah
En esta súplica se menciona un aspecto muy importante del sistema de Allah el Altísimo –no importa lo que nos ocurra, siempre lo podremos soportar. Aquello que nos resulte intolerable, insoportable, Allah el Altísimo lo retira de nuestro destino.