Austria decreta un confinamiento estricto para los no vacunados por el estallido de contagios

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Solo un 63% de la población tiene las dos dosis. Un alto porcentaje de mayores de 70 no están inmunizados

Marta de Andrés para La Razón

A partir de hoy, quedará prohibido a quien no esté vacunado el acceso a cafés, restaurantes y eventos de ocio, tanto culturales como deportivos, así como a ciertos servicios, como las peluquerías o centros de masaje. Esta medida, pionera en Europa Occidental, tendrá un período de transición de cuatro semanas, durante el cual será suficiente la primera dosis combinada con una prueba de PCR para poder acceder a espacios de ocio y servicios. De este modo, el país retrocederá un año y medio en el tiempo, y es probable que se vuelva a ver la policía realizando controles sobre el terreno de las personas, y preguntando si tienen permiso para estar afuera.

Para algunos expertos, lo que ha sucedido en Austria es una combinación de factores que ha dado lugar a la «tormenta perfecta». Menor porcentaje de vacunación que en el resto de Europa Occidental, un escaso uso de la mascarilla y controles muy laxos en el acceso al ocio, los servicios en interiores y las actividades sociales y culturales. «La austriaca es una sociedad que no está tan acostumbrada al engaño. Cualquiera se puede hacer test gratis, así que ni siquiera hace falta engañar. El problema es aceptar test rápidos poco sensibles con una movilidad normal», señala el profesor de Economía de la Universidad de Navarra Francesc Pujol, en su perfil de Twitter.

Y es que hasta ahora, aunque no se estuviera vacunado se podía utilizar estos servicios y entrar a espacios de ocio con una prueba negativa reciente de covid. En un lugar donde los test son gratuitos y de fácil acceso, y donde se hace una validación «visual y por encima» al codigo QR que permite el acceso, los contagios se han disparado en muy poco tiempo.

Un aspecto clave es también el elevado número de personas mayores de 70 años que renunció a vacunarse y que ahora colapsa los hospitales. Aunque las cifras de fallecidos no están siendo muy elevadas, han llegado a 178 diarios la semana pasada, y se espera que aumenten.

La presión hospitalaria se encuentra en máximos desde mayo y, aunque la cifra actual es de 353 pacientes, está aumentando a un ritmo de 10 al día. El gobierno impuso el mes pasado un límite a la ocupación de las unidades de cuidados intensivos que, y eso, más la escalada de contagios es lo que ha precipitado las medidas de bloqueo para no vacunados. Una vez que el número llegue a 600- o un tercio de la capacidad total- se endurecerán aún más las restricciones.

Navidad y año nuevo

El canciller Alexander Schallenberg ha anunciado a la población que las restricciones se mantendrán, con toda probabilidad, durante Navidad y Año Nuevo, y puede que más allá de esas fechas.

La regla «2G», que requiere prueba de vacunación completa o recuperación, también estará vigente para visitas a hoteles y cines o eventos para más de 25 personas. Esta denominación proviene de las palabras alemanas para inmunizado y recuperado (geimpft y genesen). En los lugares de trabajo se ha aplicado la regla «3G» desde el 1 de noviembre, que incluye la tercera «G», la de los que presenten una PCR negativa (getestet).

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SONDAS: Como primera medida contra los “negacionistas” nos anunciaron la construcción de campos de cuarentena en Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Alemania. Era una noticia extraña, inquietante, de la que pronto nos olvidamos, como si alguien hubiera dicho que había visto un burro volando. Tomás de Aquino se lo creyó, aunque luego escribió la Suma teológica, y se achacó aquel exceso de credulidad a la pureza de su corazón, y decidieron hacerle santo. Ninguna objeción por nuestra parte, pues ahí están los astronautas para demostrar que Tomás no estaba tan equivocado como pensábamos y que los burros sí pueden volar.

Ahora, Austria da el primer paso hacia esos campo de… ¿de? haciendo obligatorio un estricto confinamiento para los no vacunados. Se mencionan datos ridículos para justificarlo. ¿Acaso quieren hacernos creer que Austria solo tiene 360 camas hospitalarias?

Si nos permitieran volar a Austria sin necesidad de ponernos la mascarilla, vacunarnos, o pagar el PCR y lográsemos llegar a Viena, nos encontraríamos en medio de la más absoluta normalidad. No habría muertos en la calle ni infectados tambaleándose por las esquinas ni, por supuesto, no habría ningún colapso sanitario ni hospitalario.

El lenguaje casi apocalíptico que utilizan los medios de comunicación para referirse a la pandemia, al cambio climático y sus catástrofes, a los cíber ataques y sus inevitables efectos en las cadenas de distribución –tiene por objetivo hacernos creer que todo eso existe. Sin embargo, son noticias fabricadas, y fabricadas torpemente, sin el menor esfuerzo por hacerlas pasar por verídicas.

En realidad, no hace falta ningún esfuerzo, pues la gente se lo cree todo, o al menos hace como si se lo creyese, y va siguiendo los pasos que le marcan los periódicos, Facebook, los Ministerios de Sanidad, como si no fuera obvio que se trata de un montaje para conseguir objetivos que ni siquiera el deep state está seguro de saber cuáles podrían ser.

Algo, sin embargo, se está consiguiendo, pues la gente está aceptando de buen grado que se le robotice, que se le extraiga la consciencia, a cambio de buenos sistemas de entretenimiento y ello porque no sabe que el hombre deja de serlo cuando pierde la consciencia. Y ese es su gran objetivo y el objetivo del Metaverso –desconectar al hombre total y definitivamente de la Fuente.