Ancestro X: los científicos trabajan para revelar el mayor misterio de la evolución humana

Anshu Seth para International Business Times

Las preguntas y las teorías contradictorias sobre los neandertales y los denisovanos como ancestros directos de los humanos se ven bajo una nueva luz después de que los científicos se encontraran con un cráneo humano hallado en China. Las pistas del estudio del antiguo cráneo los han acercado a la existencia del «Ancestro X», la especie que dio a luz a los «humanos». Según un informe publicado por New Scientist, un hombre que trabajaba en la obra de construcción de un puente en Harbin, en el noreste de China, se encontró con un antiguo cráneo humano en 1933. Como trabajaba para las fuerzas invasoras japonesas, decidió no entregar el fósil y lo escondió en un pozo abandonado. Sin embargo, antes de su muerte en 2018, reveló la verdad a su familia y el cráneo llegó a manos de los científicos.

¿Es Asia la tierra del Ancestro X?

Las redes sociales están llenas de especulaciones y preguntas relacionadas con la investigación en curso sobre el «Ancestro X» y Asia se ha convertido en la tierra natal de la especie. Los hay que han cuestionado cómo encaja el «homo sapiens» con otras especies prehistóricas, especialmente los neandertales y los denisovanos.

Otros mencionan los hallazgos científicos que afirman que el Ancestro X se originó entre África y Oriente Medio y la India cuando el Homo Habilis adoptó una dieta más diversificada, incluyendo vegetales y carne.

Al mismo tiempo, otros expresan sus puntos de vista agregando que es prematuro sacar conclusiones, ya que se trata de una investigación en curso y no se puede decir nada definitivo hasta que los científicos de todo el mundo lleguen a un consenso.

Un usuario de Twitter comentaba: «¿Se ha estudiado más a fondo algún otro linaje que el humano? La imagen que parece estar emergiendo es más como un río en el fondo de un valle con arroyos que se fusionan y divergen. Sospecho que no hay el Ancestro X como tal, solo una colección que contribuyó a la corriente evolutiva del hombre».

SONDAS: Cuando un arqueólogo, caminando por prometedores yacimientos pre-históricos, se encuentra con una uña, rescatada al azar mientras buscaba algún cráneo que pudiera resolver el enigma del eslabón perdido, comienza un tsunami de teorías que intentan demostrar que el hallazgo es un paso de gigante en el camino hacia el origen; un paso hacia atrás, claro está, por lo que a veces puede llevarnos a no saber dónde pisamos. En este caso la pisada fue fructífera, pues allí estaba la uña, enterrada quién sabe durante cuánto tiempo.

Ni que decir tiene que para un arqueólogo una uña basta para saber en qué momento del pasado nació el individuo, dueño de la uña. Mas no queda aquí el asunto. Una uña, cuando se es un arqueólogo experimentado, puede revelarnos los ritos funerarios a los que se entregaba este sujeto, sus creencias religiosas y la dieta de su tribu. Un tiempo después, sin embargo, otro grupo de arqueólogos cayó en la cuenta de que esa uña pertenecía al jardinero que cuidaba un parquecito que había justo en frente de la embajada francesa en Johannesburgo. Dado que el jardinero no reclamó la uña, ésta fue a parar a un sótano de la University of Terrain, por si otro grupo de arqueólogos encontrase otra explicación para la uña.

No debemos olvidar que la arqueología es dónde el fraude ha encontrado su mejor aliado. Vaya usted a buscar esa uña y verá lo que le dicen: “La hemos enviado a un laboratorio en Australia;” o “No sé de qué uña me está usted hablando;” o “¿Está haciendo usted un doctorado?” o “Esa uña ha resultado ser de un neandertal, lo cual implicaría que todo empezó en la esquina sur de África;” o “La estamos estudiando, el informe final aparecerá en la prestigiosa revista ‘El hombre X y otras ígriegas.’ ”

Mas el origen del hombre, su procedencia, está bien documentado en los textos objetivos, especialmente en el Corán.

Uno de los problemas que puede hacer difícil, si no imposible, la comprensión del proceso que transformó un mundo muerto en un jardín lleno de vida es la teoría de la evolución, y ello debido a que no existe tal cosa en este Universo. Ningún organismo evoluciona de otro. Antes bien, la vida fue construida en fases sucesivas, hecho éste que ha confundido a los científicos occidentales haciéndoles creer que esas diferentes fases fueron procesos evolutivos. Las células eucariotas no evolucionaron de las células procariotas. Cada organismo vivo se originó por separado e independiente de cualquier otro. Esta es la razón de que la mayoría de los organismos que surgieron en los primeros tiempos biológicos sigan existiendo hoy en la misma forma y con las mismas funciones. Las células eucariotas no han eliminado a las células procariotas porque aquellas no son el producto de la evolución de éstas. Cada una de ellas tiene una función y, por lo tanto, una estructura y composición diferentes, si bien cada elemento existencial aparece en el momento y lugar propicios. No podemos decir que las células procariotas sean inferiores a las eucariotas. Simplemente son diferentes porque sus funciones son diferentes, pero todas son igualmente necesarias para que esta Tierra sea lo que es –el único locus en el universo en el que se ha originado la vida en todas sus formas posibles.

Otro obstáculo fundamental para comprender el proceso por el cual surgió la vida en la Tierra es la radical negación, injustificable y anti-científica, de la existencia de un Agente externo a la creación y actuante en ella a través de un sistema que incluye otros agentes creados por Él –los malaikah, los yin, los insan y otras entidades que no conocemos. Sin estas dos premisas –no hay evolución y hay un Agente actuante en Su creación– caeremos en teorías subjetivas sin más validez que la que la propia subjetividad humana quiera darles.

Esta subjetividad humana insiste en buscar en la propia materia la clave de la vida, y así los astrofísicos, los astrobiólogos, los paleontólogos… nombres no faltan, apuntan al hecho de que, si en algún planeta o esteroide hay rastros de aminoácidos, ello significa que pueda haber vida. Sin embargo, eso no significa nada.

No debemos perder de vista el hecho de que los aminoácidos o cualquier otro tipo de moléculas no son organismos vivos. La primera unidad viva o nafs que se formó en la Tierra fue la célula –primero las células procariotas y después las eucariotas. Se pueden producir aminoácidos o cualquier otro tipo de ácidos hidroxilos en un laboratorio, y se pueden someter a todo tipo de reacciones que se quiera, pero de esos experimentos nunca ha salido ni saldrá vida; no se formará ninguna célula. Es cierto que son los bloques constituyentes de las proteínas, pero incluso éstas no son organismos vivos. Cumplen con ciertas funciones dentro de la maquinaria celular, de la misma forma que un caballo es un organismo vivo, pero ninguno de sus huesos lo es. Fuera de ese organismo llamado “caballo” esos huesos no son, sino aglomerados de calcio y otras substancias que nunca podrán transformarse en vida, en algo vivo.

Todo ello nos lleva a entender que la primera unidad viva, la primera nafs, la célula, es el mecanismo más complejo de cuántos se han producido con materiales de este universo, siendo activado por un elemento externo –el Ruh (fuerza vital) de ese Agente externo –Diseñador, Planificador, Creador. La materia necesita de esta energía vital tanto como una máquina necesita de la electricidad para cumplir con las funciones para las que ha sido fabricada. A través de este ejemplo podemos entender que el Ruh no forma parte de la maquinaria celular. Antes bien, es la energía “externa” que activa y vivifica los elementos de la célula. Cuando compramos un ordenador, todos sus componentes están muertos, inoperativos; no tienen energía, fuerza, actividad. Sin embargo, el fabricante lo ha dotado de puertos de interconexión y de un dispositivo fundamental llamado “fuente de alimentación”. Cuando enchufamos el ordenador a la corriente eléctrica, este dispositivo la recibe y la transmite al procesador, y éste, a su vez, a todos los demás elementos del mecanismo. Ahora tenemos un ordenador operativo, “vivo”.

De sobras es conocido el fracaso del experimento Urey-Miller (1953). Tras una sobredosis de arrogancia, decidieron generar en un matraz la atmósfera que había en la Tierra cuando ésta se formó. No titubearon ni un solo segundo. Después, imaginando qué debió ocurrir en esos primeros momentos, concluyeron que enormes descargas eléctricas bombardearon esa atmósfera primigenia. Al cabo de unas semanas en aquel matraz aparecieron algunos aminoácidos y otras moléculas. Y nada más… 70 años después. Más tarde, “la comunidad científica” desechó el experimento, pues aquellos gases que habían metido en el matraz no podían ser los de esa primera atmósfera terrestre. Sin embargo, todavía hoy se sigue enseñando en las escuelas que el trabajo de Urey y Miller demuestra que la vida pudo haberse originado espontáneamente. Y es esta insistencia en el error, en la falsedad, lo que lleva obnubilando a los científicos más de 200 años.

Todos los elementos materiales del universo están muertos, son inertes, no tienen ninguna función en sí mismos. Sin embargo, cuando esos elementos se agrupan, se coacervan según un montaje determinado y reciben el Ruh del Agente, ese conjunto cobra vida –se alimenta, se reproduce, respira, se relaciona con el exterior. En un estado superior, último, esa vida adquiere consciencia, activándose en él la reflexión –el insan, el hombre, el único capaz de comunicarse con su Creador.

Mas todo en el Universo, en la Tierra, todas nuestras actividades, nuestro conocimiento, todo ello está regido por una sucesión de causas y efectos. Por lo tanto, también la vida, la célula, deben tener una causa comprensible a nivel humano, una causa funcional, y ésta no es otra que la propia substancia sobre la que se han originado todos los elementos del Universo –el agua, el líquido, el fluido. Esta agua primordial, este fluido cósmico, portaba en su seno las semillas de todos los seres vivos que a lo largo del tiempo y según las condiciones que se iban generando en la Tierra, iban a romperse, a abrirse, permitiendo que las células madre que contenían pudieran producir, cada una de ellas, una especie determinada, dando lugar a la aparición de plantas, animales y humanos.

El agua es el gran secreto del Creador. No existe en el Universo un elemento químico más simple que el hidrógeno –un solo electrón y un solo protón. Y, sin embargo, esta aparente simplicidad ha dado lugar a todos los demás elementos. El agua tiene memoria. Guarda y mantiene las propiedades de substancias que han estado en ella, incluso cuando estas substancias se han eliminado. Las semillas portadoras de vida no pudieron producirse en la Tierra a partir de los elementos existentes, ya que por mucho que parezcan entidades vivas, no lo son:

Oparin creía que la vida se habría desarrollado a partir de los coacervados –agregados microscópicos de moléculas de lípidos unidos por fuerzas electrostáticas y que podrían haber sido los precursores de las células. Los trabajos de Oparin con los coacervados confirmaron que las enzimas fundamentales para las reacciones bioquímicas del metabolismo funcionan con más eficacia cuando están contenidas dentro de una membrana que cuando se mueven libremente en soluciones acuosas. No obstante, la falta de un mecanismo que les permitiese a los coacervados reproducirse, hace que estén lejos de ser considerados como sistemas vivos. (Kara Rogers, Abiogenesis)

Estas semillas quedaron envueltas y, de esta forma, protegidas dentro de un molde de arcilla:

Hemos creado al hombre –insan– a partir de un molde de arcilla seca extraída de una masa de lodo.(Corán 15:26)

Siguiendo la ley de plantillas, el molde de arcilla cumpliría la misma función que la matriz en el seno de la mujer, y la masa de lodo haría las veces de su cuerpo. Ya tenemos los tres elementos femeninos esenciales para la vida, para cualquier forma de vida –la semilla (óvulo-célula madre), la matriz o molde de arcilla donde se desarrollará la semilla y donde estará protegida, y el cuerpo o masa de lodo donde se asentará la matriz y donde estará, a su vez, al abrigo de cualquier factor externo que pudiera dañarle. Ahora falta el cuarto elemento, el masculino, que active la semilla, el óvulo, la célula madre.

En la primera fase de creación no existía, obviamente, el elemento masculino. Ésta se produjo por partenogénesis:

Modo de reproducirse de algunos animales y plantas, que consiste en la formación de un nuevo ser por división reiterada de células sexuales femeninas que no se han unido previamente con gametos masculinos, y que es puesta en marcha por factores ambientales, químicos, descargas eléctricas y otros. (Diccionario de la Lengua Española)

Cada día se encuentran especies en las que algunos de sus miembros se reproducen de esta forma. Se han encontrado casos de partenogénesis en algunas serpientes, lagartos e incluso tiburones martillo. Sin embargo, hoy esta forma de reproducción es totalmente marginal. La gran mayoría de los seres vivos se reproduce sexualmente. ¿Por qué, entonces, siguen existiendo animales y plantas que todavía utilizan la partenogénesis como su forma de reproducción? La respuesta la encontramos en el propio sistema divino –siempre hay muestras del origen en todas sus fases:

Di: “¡Id por la Tierra y ved cómo empezó la creación!” De la misma forma resurgiréis en Ajirah. Allah tiene el poder sobre todas las cosas. (Corán 29:20)

Y el surgimiento de la vida comenzó por partenogénesis:

Os creó a partir de una sola nafs. Luego sacó de ella su pareja… (Corán 39:6)

Mas el sistema partenogénico necesita de algún factor que active la célula madre. No hay en este sistema el elemento masculino. Por lo tanto, tendrá que ser otro el que haga su papel.

El que hace que caiga agua del cielo según la medida que ha determinado, y con ella vivificamos una tierra que estaba muerta. De esta misma manera resurgiréis. (Corán 43:11)

Observa, pues, las huellas de la misericordia de Allah –cómo da vida a la tierra después de haber estado muerta. Así vivificará a los muertos. Él tiene el poder sobre todas las cosas. (Corán 30:50)

Es Allah Quien envía los vientos que mueven las nubes. Las conducimos hasta una región yerma, y de esta manera devolvemos la vida a la tierra que estaba muerta. Así será el Resurgimiento.(Corán 35:9)

Tenemos una tierra muerta, en apariencia, pues dentro de ella están las semillas, la vida encapsulada en una célula, que al caer sobre ella el agua, la vivifica, activa los óvulos latentes, y surgen de ella espléndidas especies. Lo mismo ocurrió en el origen –la superficie de la Tierra estaba muerta, pero de nuevo sólo en apariencia, pues en su interior dormían las semillas de todas las entidades vivas. Cayó un “agua fecundadora” (sistema operativo) y activó un tipo de semillas haciendo que la vida que las habitaba se desarrollara y saliera a la superficie. Después cayó otra agua fecundadora y se activaron otras semillas, otras células madre… y así sucesivamente siguiendo un orden preciso y necesario de modo que el alimento no surgiese después de la entidad viva que lo necesitaba. Ya hemos dicho que la dialéctica entre causa y efecto conforma la estructura básica de la creación.

Un agua fecundadora activó las primeras semillas, y un agua fecundadora las activará el Día del Resurgimiento:

No ha sido vuestra creación ni será vuestro resurgimiento, sino como el de una sola nafs (célula madre). (Corán 31:28)

Todo sale de la tierra, todo vuelve a la tierra, y todo volverá a salir de la tierra. De ella surgieron las primeras plantas, los primeros animales y los primeros humanos. No así la segunda generación, ya que todas las entidades vivas que salían de la tierra portaban en su propia constitución el sistema reproductor completo –las mujeres el femenino y los hombres el masculino.

Este primer humano (bashar) que, como el resto de las criaturas vivas, ha surgido de la tierra, de la madre tierra, andará erguido como su forma natural de moverse, formará familias y tribus. Este bashar ha originado un nuevo dominio –el humano– diferente del dominio animal, vegetal y mineral. No obstante, carece de fuad, del dispositivo capaz de interrelacionar sus experiencias con las capacidades cognoscitivas a través de un lenguaje conceptual y, todo ello, reflejado por la consciencia. En una palabra –no puede comunicarse con su Creador.

Por lo tanto, hará falta actualizar este mecanismo de forma que pueda leer el transcendental programa para el que se ha originado el universo. Esta actualización se llamará insan –un bashar dotado ahora de fuad y capaz de leer el programa consciencia, capaz de comunicarse con su Creador, de adorarle, de entender las fases por las que ha de pasar; un bashar consciente de su muerte y de la vida post-mortem… un insan, una entidad viva completa. Con él termina la obra divina en la vida de dunia, mas no en la de Ajirah:

En Nuestro plan está el que la muerte sea para vosotros un destino común, y no podréis evitar que os transformemos, y os originemos en una forma y un estado que no conocéis. Siempre habéis tenido conocimiento de cómo fuisteis producidos la primera vez –¿es que ya lo habéis olvidado? (Corán 56:60-62)

El viaje existencial continua tras la muerte. Las fases de creación no han terminado ni terminarán nunca. Ahora podemos entender mejor la confusión en la que encuentran los arqueólogos, los biólogos, los paleontólogos… No existe el Homo Habilis, ni los neandertales, ni tampoco los denisovanos… Lo que existe son plantas, animales y humanos –bashar, y su actualización –insan, los hombres. Todo lo demás no son, sino elucubraciones y fraudes.