Un reclamo del que nadie habla: qué pasó con los cherokees y sus tierras en EEUU

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En Estados Unidos los indios cherokee están reconstruyendo sus lugares sagrados en territorios que les fueron arrebatados a sus ancestros hace siglos. La recuperación de sus tierras originarias también es la recuperación de su identidad indígena y la reivindicación de la soberanía del pueblo cherokee.

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En 1838 la Tribu Oriental de los Indios Cherokee fue obligada a abandonar Kituwah, al oeste en Carolina del Norte, tierra considerada una de sus siete «Ciudades Madre». Allí está uno de los 25 montículos de tierra que los cherokees consideran sitios ceremoniales. Ese terreno fue colonizado y distribuido entre colonos blancos; ahora es el territorio que están pudiendo recuperar.

Estas tierras tienen un significado tanto histórico como espiritual», dijo a la revista National Geographic Richard G. Sneed, jefe principal de la Tribu Oriental de los Indios Cherokee (TOICH). Según National Geographic, allí hay 1.000 tumbas de sus ancestros.

El camino donde los cherokees lloran

El destierro de Kituwah, llamado por los cherokees Nunna daul Isunyi («el camino donde nosotros lloramos» en español), es conocido como Sendero de Lágrimas. Los indígenas fueron forzados a desplazarse 1.600 kilómetros al oeste, hasta Oklahoma. En el trayecto murieron más de 4.000 cherokees.

En la década de 1840 los cherokees no eran considerados ciudadanos y no podían comprar tierras, por ello William Holland Thomas, el hijo adoptivo blanco del jefe cherokee Oso Ahogado, compró unas 20.200 hectáreas cerca del límite con Tennessee para aquellos que escaparon del Sendero de Lágrimas.

Hoy, alrededor de 10.000 descendientes directos de los sobrevivientes viven allí, en el Límite de Qualla, en las Montañas Smoky. Según National Geographic, desde la década de 1990, la tribu viene comprando los sitios históricos cherokee «en un intento de recuperar la tierra que les robaron, revivir una historia demasiado a menudo ignorada, y afirmar su soberanía».

Cronología de la recuperación

-En 1996, Joyce Dugan, antigua jefa de la TOICH, recibió una llamada telefónica inesperada. Los propietarios de una parcela de 121 hectáreas de tierra en Kituwah querían saber si la tribu —que gozaba de buenos ingresos porque tenía varias empresas de juegos de azar— podría estar interesada en comprarla.

Después de comprar el terreno, National Geographic relata que la TOICH encargó un gran estudio arqueológico, que descubrió los sitios de entierro de los antepasados cherokees.

-En 1998 la TOICH se unió con otras dos tribus, la Tribu Unida de Ketoowah y la Nación Cherokee, «para recuperar formalmente esa tierra».

Siguiendo una antigua tradición anterior al Sendero de Lágrimas, los niños de la tribu trajeron tierra de sus propias casas para ayudar a reconstruir el montículo sagrado, que se había reducido mucho en tamaño debido a la agricultura.

«Fue un momento emotivo para muchos cherokees que habían crecido escuchando historias sobre la Ciudad Madre transmitidas de generación en generación», relata la escritora Sheyahshe Littledave en National Geographic.

Para permitir a la gente mantener una conexión directa con Kituwah, el TOICH creó pequeñas parcelas de cultivo que podían arrendar. Amy Walker, una cherokee de 79 años entrevistada por Littledave, contó que comenzó su jardín en 1998, y que «ve su tiempo cultivando la tierra sagrada como su iglesia».

Desde entonces, la TOICH ha continuado adquiriendo y protegiendo la tierra sagrada.

-En mayo de 2019, tras varios años de planificación y negociación, las escrituras del montículo Nikwasi —uno de los mayores sitios ceremoniales cherokee en el oeste de Carolina del Norte— se transfirieron a la Iniciativa Nikwasi, una asociación sin ánimo de lucro entre la TOICH y el pueblo de Franklin, explica National Geographic.

-En agosto de 2020, la TOICH puso la piedra fundacional en Nikwasi, como parte de un plan más amplio para crear un corredor cultural cherokee de casi 100 kilómetros a lo largo del río Little Tennessee en Carolina del Norte.

La tribu también ha diseñado programas para educar a las generaciones más jóvenes de miembros de la tribu, para ayudarles a explorar su cultura y averiguar qué significa ser nativo en el mundo de hoy.

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SONDAS: El problema nativo de Norteamérica partió del concepto colonialista que los anglosajones protestantes llevaron a esas tierras en el Mayflower.

Aquellos nativos habían recibido constantes visitas del hombre transcendente, insan, desde los tiempos de Suleyman. Hubo, sin duda, relaciones sexuales entre ellos y también después de ellos, con los españoles católicos (sobre todo en los estados de Nuevo Méjico, Utah, Colorado y Texas). Sin embargo, esta relación se cortó con el abandono de estas tierras por parte de los españoles, que fueron desplazándose hacia el sur, y la llegada de los anglosajones protestantes, para quienes los nativos –no blancos, no anglosajones y no protestantes– no eran otra cosa que endemoniados salvajes maldecidos por el Todopoderoso.

No mantuvieron con ellos relaciones sexuales ni tampoco sociales –los exterminaron, y a los que quedaron los encerraron en reservas sin ningún derecho civil. Les robaron sus tierras y su riqueza dentro del proyecto de dominación y apropiación llamado The Manifest Destiny. Todos esos actos vandálicos estaban propiciados por Dios con el objetivo de que los hombres blancos anglosajones y protestantes ocupasen todo ese territorio y lo “civilizasen”.

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No tenían otra alternativa que retirarse

Mientras el hombre blanco araba la tierra y construía el ferrocarril, los indios no tenían otra alternativa que retirarse, huir hacia la otra costa, hacia el Pacífico, donde quedarían enterrados para siempre.

Era, es, el destino del hombre blanco anglosajón y protestante –civilizar al mundo, trasvasarle sus valores. Mas ¿a qué mundo se refieren? Nada ha quedado en pie tras su paso civilizador.

En este sombrío escenario, los nativos mantuvieron activa su parte más primitiva; su genética bashar, todavía seguía predominando y ello les ha llevado a perder peso en el mundo y a ser fácilmente sojuzgados.

Las comunidades indígenas de América, toda ella, deben abrir sus puertas al insan, al hombre consciente, al hombre portador de un lenguaje conceptual. Deben relacionarse con él, casarse, intercambiar sus configuraciones genéticas… de forma que se generen nuevas comunidades, en las que la genética del insan predomine significativamente sobre la genética del bashar (ver Apéndice G).