Brandon Smith para Alt-Market.com (traducción del inglés por sondas.blog)
Desde el 11 de septiembre, en todo el mundo occidental se están dando pasos graduales hacia lo que muchos defensores de la libertad llamarían un «estado policial»; un sistema en el que los gobiernos ya no están restringidos por los límites de las libertades civiles y se les da el poder de hacer casi cualquier cosa que quieran en nombre de la seguridad pública. El uso de “la ley” como herramienta para inyectar tiranía en la cultura es la primera táctica que utilizan todos los sistemas totalitarios.
Se inscribe la criminalidad gubernamental en los libros de leyes, y esa criminalidad, de alguna manera, se justifica en virtud del reconocimiento legal. Todo es muy circular. Siempre que se inicia el abuso gubernamental hacia la gente, siempre se inicia en nombre de lo que es «lo mejor para la sociedad en su conjunto». Para salvar la sociedad, los individuos que componen esa sociedad deben ser sublimados o destruidos. Esta mentalidad es completamente opuesta a aquella por la que lucharon y murieron los Padres Fundadores de Estados Unidos, pero como dijo una vez Thomas Jefferson:
“La libertad legítima es una acción sin obstáculos de acuerdo con nuestra voluntad dentro de los límites trazados a nuestro alrededor por la igualdad de derechos de los demás. No añado ‘dentro de los límites de la ley’ porque la ley a menudo no es más que la voluntad del tirano, y siempre lo es cuando viola los derechos del individuo”.
En países como Australia, que afirman valorar los principios democráticos occidentales de libertad y gobierno del pueblo, la percepción es que los derechos civiles están codificados en el marco legal tal y como lo están en Estados Unidos. Sin embargo, existen algunas diferencias evidentes; específicamente, los ciudadanos australianos (como muchos ciudadanos europeos) no tienen absolutamente ningún medio para obligar a su gobierno o a las élites que influyen en su gobierno a que se limiten. Son estas naciones, en las que la población ha sido mayoritariamente desarmada y pacificada, donde antes se establecerá cualquier agenda para establecer la tiranía de forma general.
No se equivoquen, hay una agenda muy CLARA y fácilmente identificable por parte de los globalistas para establecer un sistema de estado policial fuertemente centralizado en todos los países que puedan. Esto no es una «teoría de la conspiración», es una prueba de la conspiración.
Desde hace muchos años son numerosos los analistas, economistas y geopolíticos de los medios alternativos que han predicho y advertido al público sobre la estrategia globalista del “orden surgido de un caos”. En otras palabras, los poderosos intermediarios ultra ricos que tienen influencia sobre la mayoría de los gobiernos de la Tierra buscan «remodelar» el orden social existente mediante la creación de crisis y desastres. Al manipular la desesperación pública, esperan inducirnos a aceptar restricciones a nuestras libertades que nunca hubiéramos aceptado de otra manera.
Las elites han mencionado una y otra vez el objetivo de una economía y un gobierno globales únicos, pero hasta el día de hoy todavía se le llama «teoría de la conspiración» o «delirio paranoico».
Como escribió el ex subsecretario de Estado de Clinton y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores, Strobe Talbot, en un artículo para la revista Time en 1992 titulado America Abroad: The Birth Of The Global Nation:
En el siglo que viene, las naciones que conocemos serán obsoletas; todos los estados reconocerán una autoridad global única. Después de todo, la soberanía nacional no ha sido una buena idea.
Como el elitista y socialista Fabiano HG Wells describe en su tratado titulado ‘El nuevo orden mundial’:
…Cuando la lucha parece dirigirse definitivamente hacia una socialdemocracia mundial, es posible que todavía haya grandes retrasos y decepciones antes de que se convierta en un sistema mundial eficiente y benéfico. Innumerables personas… odiarán el nuevo orden mundial… y morirán protestando contra él. Cuando intentamos evaluar su promesa, tenemos que tener en cuenta la angustia de una generación, más o menos, de descontentos, muchos de ellos gente bastante galante y de aspecto gentil.
Una de mis favoritas citas es la del miembro de la Comisión Trilateral Richard N. Gardner, ex subsecretario de Estado adjunto para Organizaciones Internacionales bajo Kennedy y Johnson, quien escribía en la edición de abril de 1974 de la revista Council on Foreign Relations (CFR) (pág. 558) en un artículo titulado The Hard Road To World Order:
En resumen, la ‘casa del orden mundial’ tendrá que construirse desde abajo hacia arriba y no desde arriba hacia abajo. Tendrá el aspecto, usando la famosa descripción de la realidad de William James, de una gran ‘confusión que muge y retumba’, pero al marcar el fin de la soberanía nacional, erosionándola pieza a pieza, logrará mucho más que el anticuado asalto frontal.
Miembros de fundaciones globalistas y grupos de expertos como el CFR han ocupado casi todas las oficinas gubernamentales y gabinetes presidenciales de Estados Unidos durante las últimas décadas. Esto incluye a las aproximadamente dos docenas de miembros del CFR en el gabinete de Donald Trump. ¿Drenando el pantano? No va a ocurrir.
Como la revista Harpers reveló sin ambages en una exposición de 1958 titulada “Escuela para los hombres de estado”:
La camarilla más poderosa de estos grupos (CFR) tiene un objetivo en común, quieren lograr la rendición de la soberanía y la independencia nacional de los Estados Unidos. Quieren acabar con las fronteras nacionales y las lealtades raciales y étnicas, supuestamente para aumentar los negocios y asegurar la paz mundial. Su objetivo conduciría inevitablemente a la dictadura y la pérdida de las libertades que tiene el pueblo. El CFR se fundó con el «propósito de promover el desarme y la sumersión de la soberanía y la independencia nacional de Estados Unidos en un gobierno mundial todopoderoso.
El método más fácil para que los globalistas obtengan lo que dicen abiertamente que quieren es conjurar una crisis o explotar una crisis existente para «erosionar la soberanía». La pandemia actual encaja perfectamente con este plan, pero antes de que se pueda eliminar la soberanía a nivel nacional, primero deben socavar la soberanía a nivel individual.
Las acciones dentro de los Estados Unidos y de las naciones aliadas sugieren que se avecina un ataque acelerado a las libertades individuales.
Hay fundaciones hermanas del CFR en muchos otros países. Por ejemplo, en Australia tienen el Instituto de Política Estratégica (ASPI), muy arraigado e influyente, que ha estado abogando constantemente por la centralización absoluta del poder del gobierno a raíz de la pandemia de coronavirus. Su plan declarado es concentrar la administración en manos de una nueva «comisión» o «departamento» formado por las «mentes más brillantes». Esta comisión no tendría la tarea de hacer que Australia vuelva a la normalidad, sino de convencer al público de que ACEPTE la “nueva normalidad” más allá de la pandemia.
El ASPI anuncia con entusiasmo esta idea en un artículo titulado “Respuesta al coronavirus: una oportunidad para re-imaginar el futuro de Australia”:
No se trata de que Australia vuelva a la normalidad después de la pandemia. Se trata de volver a imaginar lo que puede ser Australia y cómo podemos crecer y prosperar en nuestro futuro más allá del coronavirus y teniendo en cuenta la sequía, los incendios forestales y el cambio climático. Piensen en una nueva economía que podemos tener después de la adopción rápida y obligatoria del trabajo a domicilio y la escolarización a través de medios digitales. Podemos ser la economía digital líder que el Primer Ministro deseaba tener antes de la pandemia, no para 2030, sino mucho antes.
Esto me recuerda al impulso posterior al 11 de septiembre para eliminar rápidamente las protecciones constitucionales mientras el público estaba cegado por el miedo y la confusión. Como diría el globalista estadounidense Rahm Emanuel:
Uno nunca quiere que una crisis grave se desperdicie. Y lo que quiero decir con eso es que uno tiene de esta manera la oportunidad de hacer cosas que antes no podía.
El ASPI revela la verdadera agenda, que es la de federalización completa y la implementación unilateral de la ley sin aprobación pública. El plan es hacer esto aprovechando el evento pandémico en todo su potencial y luego aplicando los rápidos cambios sociales a la estructura del gobierno. Esto se llevará a cabo mucho después de que desaparezca el coronavirus en nombre de la economía, los programas de bienestar y el llamado «recalentamiento global». La respuesta a la pandemia es solo un medio para lograr un fin, y el objetivo final es el dominio absoluto de la población.
Me concentro en Australia y las regiones circundantes en particular porque éste parece ser el país donde los globalistas están aplicando las políticas tecnocráticas en primer lugar. O al menos, están probando su estrategia y utilizando a los australianos como conejillos de indias. Cuando el ASPI dice que planean mantener los cambios pandémicos en su lugar mucho después de que desaparezca el virus, no están hablando solamente de adoptar una economía digital.
En este momento, Australia y Nueva Zelanda están imponiendo a sus ciudadanos quizás las medidas más draconianas que se han aplicado hasta ahora en el mundo occidental. Estas son políticas que las elites quieren introducir en todas partes, pero se están introduciendo de lleno en Australia, y la situación sigue empeorando.
En varias áreas de Australia, las medidas de respuesta de «Nivel 4» se han aplicado para al menos las próximas seis semanas, incluidos los toques de queda, políticas estrictas de mascarillas que incluyen a las personas que se ven obligadas a usar máscaras AL AIRE LIBRE (contrariamente a todo lo que la ciencia y la virología afirman sobre la baja posibilidad de transmisión a la luz del sol y al aire libre); los residentes no pueden viajar a más de 3 millas de sus hogares y solo una persona de cada hogar puede salir en un momento dado. Los ciudadanos que violen estas reglas estarán sujetos a multas de 10,000 dólares o arresto. Y sí, la gente es arrestada simplemente por no usar mascarilla o por estar demasiado lejos de casa.
En Nueva Zelanda, la situación se ha vuelto extremadamente sombría y creo que debería tratarse como una advertencia a los estadounidenses específicamente en cuanto a nuestro futuro potencial si permitimos que la narrativa de «seguridad de la salud pública» se convierta en un vehículo para la tiranía. Si bien Australia ha estado utilizando instalaciones de cuarentena para obligar a las personas consideradas de alto riesgo a aislarse, los campamentos de cuarentena de Nueva Zelanda ahora están completamente bajo el control de las fuerzas armadas, y TODOS los ciudadanos que den positivo o se sospeche que tienen Covid pueden ser separados de sus familias y colocados en los campamentos, que son hoteles convertidos en cárceles. De esta manera se han eliminado por completo las libertades personales, todo debido a un aumento de casos que ha ascendido a 525 muertes en Australia y 22 muertes en Nueva Zelanda.
Creo que la razón por la que Australia y Nueva Zelanda han sido los primeros blancos de este nivel de restricciones es porque han sido desarmados casi por completo y no tienen medios para defenderse de los abusos del gobierno. Dicho esto, veo señales de que también se intentarán medidas similares en los Estados Unidos. En el estado de Nueva York existen discretos programas para establecer puntos de control de Covid que detienen y controlan los vehículos que entran al estado desde el exterior. Aquí es donde comienzan las restricciones más severas.
Primero, se establecerán puntos de control a fin de mantener a las personas infectadas fuera de un estado o ciudad. Luego, esos mismos puntos de control se utilizarán para evitar que las personas abandonen un estado o una ciudad. Más tarde, se establecerán puntos de control al azar para evaluar a las personas con fiebre o síntomas de enfermedad. Si se permite que esta situación continúe, la progresión natural de los puntos de control es aterrorizar a la población para que no viaje a ningún lugar por ningún motivo. Como en Australia y Nueva Zelanda, la gente será efectivamente encarcelada en sus hogares. En esta etapa, será más fácil introducir leyes u órdenes ejecutivas que castiguen a las personas por salir de casa; ya se habrán aclimatado a estar atrapados en sus hogares de todos modos.
Además, las elites y los globalistas dentro de los Estados Unidos están pidiendo confinamientos estrictos durante al menos seis semanas, al igual que los cierres de nivel 4 en Australia. El miembro de la Reserva Federal, Neel Kashkari, afirmó recientemente que los estadounidenses están en estos momentos ahorrando más, por lo que deberían estar sujetos a confinamientos estrictos «porque se lo pueden permitir».
Virginia está planeando vacunas Covid obligatorias, a pesar de que las vacunas para virus similares al SARS han demostrado ser imposibles de desarrollar en el pasado, y las vacunas apresuradas tienen un historial de dañar o matar personas en lugar de protegerlas. Sin olvidar que otorgar al gobierno el poder de obligar a los ciudadanos a inyectarse cualquier cosa en sus cuerpos es inmoral.
¿Qué sigue? ¿Campamentos Covid? Pues, sí, a menos que los estadounidenses adopten una postura firme. Los principales medios de comunicación han estado sugiriendo esta estrategia durante meses. El Washington Post aplaudió el uso de campos de aislamiento forzado en otras naciones y pregunta por qué Estados Unidos aún no los ha utilizado más allá de los puertos para viajeros extranjeros. La razón es la siguiente: muchos estadounidenses no aceptarán tales medidas y usarán la fuerza equivalente contra cualquiera que intente encerrarlos debido a un virus que es una amenaza moderada, como máximo, para un pequeño porcentaje de la población.
Dicho esto, no piensen que el sistema finalmente no lo intentará también aquí. Lo harán. Estén preparados cuando lo hagan. Fíjense en la situación creada en lugares como Australia y Nueva Zelanda y pregúntense, ¿estoy dispuesto a aceptar esto? Y si es así, ¿por cuánto tiempo? Porque los globalistas pretenden que estas restricciones se conviertan en la “nueva normalidad”. Tienen la intención de que esta pesadilla sea para siempre.
SONDAS: Brandon trata con acierto los objetivos que se quieren conseguir con la pandemia, pero lo sigue haciendo desde Matrix, desde un ámbito cerrado e irreal. Para entender lo que está pasando y lo que va a pasar, el mecanismo propio de la existencia, debemos salir del quiste en el que nos han metido ya al nacer y ver el exterior, ver, con perspectiva, el escenario completo.
Brandon sigue hablando de los padres fundadores de Norteamérica, y ese es un discurso que hay que abandonar, pues es el lastre que, precisamente, nos impide avanzar, nos impide entender la historia. Esos padres no eran fundadores de nada, sino invasores que se arrogaron el derecho de decidir el futuro de unas tierras que no eran suyas. Los norteamericanos nunca tendrán una identidad, ni siquiera han sido capaces de dar un nombre propio a esos territorios usurpados. Su identidad se remonta siempre a su país europeo de origen –exterminaron a los nativos de América y no se mezclaron con ellos para, de este modo, generar una nueva población con un nuevo pasado.
Sin embargo, los negros, los hispanos (que sí se mezclaron con las poblaciones nativas), los chinos, los asiáticos… esos sí que tienen identidad, pues ellos nunca habrían aniquilado a los inquilinos que llevaban miles de años recorriendo aquellos bosques, aquellas montañas, aquellas llanuras. Solamente el hombre blanco anglosajón y protestante rechazaba cualquier tipo de unión con aquellos “salvajes”.
Los Estados Unidos es una farsa en sí y debe separarse, dividirse, para salir todos vencedores –la tierra de los negros, de los hispanos, de los nativos y de los blancos, de estos siempre que abandonen completamente su estúpido complejo supremacista.