Las ciudades prosperarán después de la pandemia.

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Richard Florida para Alchemist City

En lugar de ver la pandemia como una plaga en el desarrollo de la ciudad, el teórico urbanista Richard Florida afirma que estamos en medio de un nuevo renacimiento urbano. Él cree que las ciudades se recuperarán a medida que jóvenes creativos e innovadores comiencen a aprovecharse de los alquileres más bajos. Al mismo tiempo, parece que los datos apuntan a que las áreas urbanas más densas son mejores para mitigar y combatir la crisis pandémica.

En su libro, The Rise of the Creative Class, sostiene que las ciudades económicamente más productivas son las que atraen a las personas más creativas. Son ciudadanos que buscan experiencias nuevas y únicas, y participan en una amplia variedad de actividades culturales.

En su último libro publicado en 2017, The New Urban Crisis, argumentó que el éxito de muchas ciudades también ha creado una desigualdad sin precedentes y ha provocado el aumento del populismo y el nacionalismo en ciudades y áreas geográficas que no florecieron al mismo ritmo.

Trabajo a distancia y una nueva ciudad

El colapso de la demanda de oficinas y locales comerciales es una cuestión que también nos ha preocupado aquí en Alchemist City. ¿Qué será de los antiguos núcleos del centro que eran la base del comercio? Florida cree que estos centros urbanos podrían ayudar a la creatividad, y a encontrar puntos de apoyo que contribuyan a hacer de las ciudades los mejores lugares para vivir, como siempre lo han sido.

«El mayor impacto en las ciudades será la reducción de la demanda de trabajo de oficina en el centro de la ciudad, eso creará una oportunidad real para reducir los alquileres y convertir áreas comerciales en residenciales, y habrá menos demanda de venta al por menor. Por otra parte, nuestras ciudades necesitarán artistas y creativos para ayudar a reconstruirlas, beneficiándose de una menor demanda de oficinas a causa del trabajo a distancia y menos demanda de espacios comerciales debido a las compras OnLine».

Florida pronunció su conferencia a distancia desde su casa durante el congreso anual, Utopian Hours, que explora el futuro de las ciudades y del urbanismo.

Vista urbana: el trabajo a distancia reducirá la percepción de las ciudades como centros globales de gran importancia, ya que las personas se centrarán en su entorno más inmediato para todas sus actividades.

Florida sostiene que ya no tendremos que perder el tiempo viajando para ir al trabajo o dirigiéndonos a las tiendas minoristas tradicionales. Esta situación es lo que él llama “el nuevo reajuste urbano”. Concluye sus predicciones afirmando que: «Los alarmistas pronósticos del derrumbe urbano son exagerados. Las ciudades sobrevivirán».

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SONDAS: Los teóricos son siempre bienvenidos como agentes mitigadores de las crisis. Proyectan sus fantasías sin necesidad de argumentarlas, pues son teorías, hipótesis, elucubraciones… a veces sugerentes e inspiradoras. Sin embargo, nunca han podido arreglar el paisaje, casi siempre desolador, que ha quedado tras el paso devastador de algún orden mundial. Ellos mismos eran arrastrados por la corriente de cambios virulentos. Ellos mismos eran espectadores impotentes ante aquel escenario, impuesto, que se estaba configurando sin su permiso, sin su consejo, sin su experta opinión.

Esa sucesión de escenografías a las que nos tiene acostumbrados la historia parecen caer del cielo o surgir de debajo de nuestros pies. Nadie ha pedido esos cambios; nadie se ha planteado nunca si su hija es niño o niña. Todo nos llega impuesto, haciéndonos pensar que era lo que más deseábamos.

Ahora, los teóricos de cualquier campo nos alientan haciéndonos ver la parte positiva de la pandemia y de cómo, si sabemos entenderlo, podremos sacar de ella grandes beneficios sociales, económicos, psicológicos y políticos. En este caso, se trata de vislumbrar un luminoso futuro urbano, como si la pandemia fuese una crisis vírica surgida de la casualidad y todos los poderes fácticos del mundo, con sus teóricos, sus billonarios, sus artistas y sus científicos se hubieran puesto manos a la obra en un fraternal intento de, no sólo acabar con esta microscópica e indeseable entidad, sino de, aprovechando la coyuntura, crear un mundo nuevo –más sano, más igualitario, más hermoso.

Sin embargo, a cada nuevo mundo que se propone, descendemos, nos degradamos. Nadie está pensando en nosotros, en las necesidades de la gente común, que no por ser común tiene, necesariamente, que ser pobre de espíritu, irreflexiva… simplemente no se encuentran sus nombres en las listas de famosos, ni se sientan en ningún parlamento ni en ninguna audiencia ni en ningún palacio… son como una piedra para una honda, quizás, o quizás esta vez estén armados y esperen la ocasión para vengar a sus hijos, enterrados bajo los escombros de un viejo mundo. ¡Hay tantos muertos bajo los escombros! Mientras, los norteamericanos eligen quién será el próximo asesino que les gobierne, quién hará América grande de nuevo, quién seguirá derrumbando los viejos mundos y enterrando a nuestros hijos bajo los escombros. Como vemos, se trata de una historia cíclica con diferentes decorados y una misma trama.

Fijémonos en Líbano, en Libia, en Siria, en Yemen… Es cierto que ha bajado sensiblemente la demanda de oficinas y de locales comerciales en estos países, pero las causas son otras de las que apunta Florida. En este caso, la demanda ha descendido porque no hay ciudades, se han evaporizado, y nadie las reconstruye porque la gente común también tiene que evaporizarse. El proceso sigue. Ahora es Azerbaiyán y Armenia; regiones fronterizas entre India y China; bolsas de pobreza entre palacios, como en los países del Golfo… Y los teóricos se reúnen y organizan conferencias de paz en alguna sala que les deja la ONU, organizan congresos urbanísticos, mientras se cierran las ciudades en Europa, se mina la economía de la gente común… Y no hay reconstrucción, pues de lo que se trata es de que haya derrumbe, evaporización.

El nuevo mundo no estará superpoblado como éste, como el que se está desmontando. Esta vez, se harán bien las cosas. Se dosificará la hecatombe y la gente irá aceptando un nuevo mundo en el que poder sobrevivir. Será, pues, un nuevo mundo tan viejo como el de siempre –el bienestar de unos estará basado en la miseria de otros.

Ciudades dormitorios sin servicios; ciudades de supervivencia; habitáculos en los que conectarse a dispositivos que nos permitan ver algo del mundo de aquellos para los que trabajamos. Son teorías, pero habrá que estar preparados para que no se conviertan en nuestra próxima realidad.