Gary Barnett para LewRockwell.com
Es importante recordar que la interferencia del gobierno siempre significa acción violenta o amenaza de tal acción. El gobierno es, en última instancia, el empleo de hombres armados, policías, gendarmes, soldados, guardias de prisiones y verdugos. La característica esencial del gobierno es la aplicación de sus decretos golpeando, matando y encarcelando. Aquellos que piden más interferencia del gobierno, en realidad, piden más coacción y menos libertad.
Ludwig Von Mises (1990). «Libertad económica e intervencionismo: antología de artículos y ensayos.
En lo que respecta a la economía de los Estados Unidos de hoy, la jerarquía comienza con el nivel superior de las élites autoproclamadas, las de la banca central y de alto nivel, las del gran mundo empresarial, las que están en la cima de la pirámide de la ‘atención médica’ y las que controlan la política monetaria y económica por encima del nivel de gobierno, incluida la clase que dirige las grandes fundaciones exentas de impuestos. Si bien el gobierno está por debajo de este nivel, no obstante, es responsable de la carnicería económica porque es el iniciador y el ejecutor de políticas destinadas a enriquecer a unos pocos en la cima a expensas de la mayoría. Esto nunca ha sido tan evidente como lo es hoy.
Este país ha pasado este año por un infierno debido a las políticas implementadas para combatir lo que se ha dado en llamar una «pandemia» mortal. Teniendo en cuenta nuestra historia y las cifras actuales de muertes, esta «pandemia» ha demostrado ser un fraude. Aparentemente, eso no importa, ya que el pueblo en general ha aceptado la propaganda y ha cedido a las medidas draconianas que han devastado esta economía y la salud natural de la población. Hasta ahora, las cosas han ido exactamente según lo planeado, y la gente se ha rendido a la exageración hasta el punto de permitir la destrucción de su sistema inmunológico natural y, en muchos casos, de sus medios de vida. Esto no augura nada bueno para el futuro si no se invierte la tendencia actual.
Los sistemas económicos inflados en todo el mundo se han inflado por un aumento constante en la oferta monetaria durante al menos los últimos 12 años. Solo este año, esa expansión se ha disparado exponencialmente y sin un final a la vista, y por supuesto se atribuyó a un brote del virus. Con este tipo de expansión, y la respuesta coincidente de bloqueos, cierres de negocios y viajes, cuarentenas y propaganda del miedo, los precios han aumentado dramáticamente y el desempleo se ha disparado. Se han cerrado empresas en todo el país, muchas de forma permanente y muchas se han visto obligadas a declararse en quiebra. Por supuesto, se trata, en su mayor parte, de pequeñas y medianas empresas, la columna vertebral de la economía en cualquier país. El desempleo causado por esta dura e injustificada respuesta del gobierno ha sido inimaginable y ha llevado a más de 40 millones de personas a quedarse sin trabajo. Esto por sí solo tiene el potencial de destruir la economía de esta nación, pero esto es solo el comienzo.
La destrucción de la economía es un aspecto necesario del plan para promover el gobierno global. Cuantos más individuos se queden sin trabajo y dependientes del gobierno, más fácil será de controlar a esa sociedad. La pobreza masiva ya es evidente –escasez en el suministro de alimentos y un vertiginoso aumento de los que se muestran incapaces de mantener a sus familias. La hambruna se presenta, cada vez más, como el escenario menos descabellado. Estas son las estrategias de la clase dominante que necesita un control absoluto para reestructurar el sistema económico global. El colapso económico que se avecinaba era inminente, pero ahora se está impulsando a gran velocidad sirviéndose del virus como la justificación para un nuevo reinicio económico.
La mayor amenaza a la que nos enfrentamos ahora es la del próximo otoño e invierno, ya que esta temporada de gripe probablemente será mucho peor de lo normal debido al debilitamiento deliberado del sistema inmunológico de la mayoría de los estadounidenses. Negarse a someterse a las órdenes estatales y no aceptar ninguna autoridad política, ciertamente detendría en seco este tiránico ataque, incluso si solo un pequeño porcentaje de la población dijera que “no” a esta respuesta del gobierno. Eso no ha sucedido hasta ahora, pero sin esa disidencia, este país está condenado a la destrucción. Fijémonos en lo que ha sucedido en los últimos 6 meses y luego dupliquemos o tripliquemos esta respuesta. Lo que hemos visto hasta la fecha será eclipsado por lo que veremos este invierno si aumenta el número de muertos y la mayoría de esas muertes son atribuidas a la entidad llamada Covid-19.
Los gobiernos y los medios de comunicación no cesan de lanzar sutiles mensajes que presagian una fuerte aceleración del Covid. Existe una configuración y la próxima ola planificada está lista para lanzarse en las próximas semanas. En todo el mundo se están adoptando medidas mucho más brutales y opresivas por el incumplimiento del uso de mascarillas, el distanciamiento y la evasión de la cuarentena. Y todo ello no es, sino un anticipo de medidas mucho más severas que están por venir, y los gobernantes deben acostumbrar a la gente a una mayor radicalización para que se puedan realizar los cambios necesarios.
Este otoño, este invierno, es el momento más importante para este país, quizás el momento más importante de su historia.
Si continúa el cumplimiento masivo, y si no se produce el desacuerdo de un gran número de estadounidenses, la vida tal y como la conocemos podría terminar antes de la primavera. El reinicio global en ese momento podría estar avanzando a un ritmo tal que sea casi imposible detenerlo. Esa sería una situación insostenible, ya que una vez que este reinicio esté en marcha, y aumente el número de individuos que estén en la indigencia, será mucho más difícil revertir este complot totalitario.
Con más cierres, más cuarentena, más aislamiento y más destrucción de la economía, el desempleo se disparará a niveles inauditos, causando aún más enfermedades, muertes y tiranía a manos del estado. Además, cuantas más muertes ocurran, más draconianas se volverán las políticas, y la matanza provocada por la respuesta maligna a este llamado virus no cejará, solo empeorará. Imaginemos un desempleo del 50%, 60% o más. Imaginemos que no hay comida en los estantes de los supermercados y somos ya incapaces de mantener a nuestras familias. Imaginemos el infierno en la Tierra.
Todo esto conduce a una vacuna mundial obligatoria que se lanzará en algún momento de este otoño o invierno. Si la mayoría de las masas se alinea para esta vacuna, algo que ahora parece posible, los efectos resultantes de estas toxinas que se desconocen en este momento ya se habrán puesto en juego dentro de los cuerpos de la mayoría de la población. ¿Qué daño acarrearán estas vacunas? ¿Será irreversible?
En esta etapa, el plan para un gobierno global habrá avanzado, y estaremos en camino de establecer una sociedad sin efectivo, con todos los sistemas monetarios volviéndose digitales. Esto marcará el final de una era que comenzó con la libertad, pero que terminará en muerte, destrucción, esclavitud y tiranía. No se puede permitir que esto ocurra.
El bienestar de la gente en particular siempre ha sido la coartada de los tiranos. (Albert Camus. “Resistencia, rebelión y muerte: ensayos”, p.101, Vintage)
SONDAS: El deep state está buscando la forma de establecer un nuevo orden mundial que incluya un cambio radical en la economía, la política, la defensa, la educación y la vida social en general. Es normal que así sea, pues el mal busca implantar, a toda costa, su reino del mal. El desequilibrio en la ecuación existencial se origina cuando nosotros, la gente, los ciudadanos, los individuos… dejamos de responsabilizarnos a la hora de generar nuestro propio orden mundial y, simplemente, nos conformamos con esperar que las nuevas reformas del deep state sean buenas y nos vaya mejor.
¿Y si no lo son? Unos comenzarán a pedir la vuelta a la “normalidad”, la vuelta a “lo de antes”, y otros hablarán de teorías de conspiración. Obviamente, ninguna de las dos opciones logrará detener a los virus que ya han sido lanzados desde la ciudad de las máquinas.
Más aún, ¿qué significa ese “antes”? ¿Antes de qué? ¿Antes de la primera guerra mundial, antes de las cruzadas, antes del Islam, antes de Homero…? O quizás simplemente se trate de una forma de hablar, de una referencia a cómo era nuestra vida hace unos meses, “antes” de la pandemia. Esta es nuestra memoria histórica, nuestra percepción existencial… nuestra mediocridad.
¿Por qué nos rebelamos contra el deep state si hemos estado apoyando sus políticas desde hace milenios? ¿Acaso no somos la consecuencia de esas políticas? ¿Cómo es posible que llamemos normalidad a los intereses bancarios; a las guerras colonialistas que siguen fabricándose en los cuarteles generales de nuestros aliados; al trabajo sin beneficios, sin ahorro; a la homosexualidad, al lesbianismo, a millones de hogares de un solo padre; al transgenerismo; a los clubs sado; a la demagogia como el último sistema de interaccionar los gobiernos con las “masas”…. ¿Es acaso la vuelta a esta “normalidad”, a estas anomalías, por lo que debemos luchar? ¿No sería más sano y coherente aprovechar, como el deep state, esta pandemia para transformar nuestras sociedades, para devolverlas a la normalidad objetiva?
Es tiempo de hacerlo o de sucumbir a un mundo feliz, a un Brave New World, en el que todas nuestras más genuinas aspiraciones se convertirán en las más horrendas pesadillas.