El campamento para personas sin hogar en Nueva York se está volviendo cada vez «más grande» a pesar de la «represión» de De Blasio.
Un grupo de personas sin hogar les está haciendo la vida insoportable a los residentes y comerciantes del East Village de Manhattan, a pesar de la promesa del alcalde Bill de Blasio de «hacer lo que sea necesario» para desmantelar estos campamentos.
Los vagabundos viven bajo un andamio a lo largo de la Segunda Avenida, entre las calles East Seventh y East Eighth, donde reunieron varios muebles desechados y colocaron una lona debajo de la cual había dos hombres durmiendo el viernes por la tarde.
«Me hacen sentir incomoda. Hace que nuestra ciudad esté sucia y se ha vuelto muy ruidosa», dijo la residente del vecindario Olga, de 78 años, que vive en el East Village desde hace 33 años.
“Había una mujer que hacía pipí y caca en la parada del autobús. La parada estaba muy sucia y asquerosa. Nadie quería usarla».
El dueño de un restaurante al otro lado de la calle también dijo que la situación parecía estar fuera de control.
«Comenzaron a acampar allí cuando empezó el buen tiempo y ahora el número de los que acampan va creciendo. Algunos de estos vagabundos tienen problemas mentales. Beben mucho y pelean entre ellos. Tiran botellas.”
El jueves, de Blasio fue interrogado durante su conferencia de prensa diaria sobre una serie de otros campamentos en Manhattan, después de una redada de la policía de Nueva York que desmanteló el campamente conocido como «Ocupad el Ayuntamiento» en la madrugada del miércoles, aproximadamente un mes después de que se hubiera establecido.
«Responderemos a cualquier información que nos llegue sobre un nuevo campamento, será abordado de inmediato por el Servicio de los Sin Techo, servicios de sanidad, Departamento de Policía», anunció de Blasio. «Lo que sea necesario.»
Una residente sin hogar del campamento del East Village, que se identificó como Solaura, de 43 años, dijo que terminó allí después de perder la cama financiada por los contribuyentes en el hotel DoubleTree en Chelsea.
Solaura, cuya cara y extremidades están cubiertas de tatuajes, dijo que era una trabajadora sexual transexual y que no podía cumplir con las reglas que le obligaban a estar dentro antes de las 10 de la noche. «Soy una persona muy marginada y simplemente no tengo la misma oportunidad que muchas personas cisgénero en lo que respecta al empleo, por lo que el trabajo que hago es nocturno y con pocos ingresos», dijo.
Otro residente, que se identificó como Macswel Hasanoeddin, dijo que estaba registrado en un albergue cercano pero que había estado viviendo en el campamento desde hacía dos o tres semanas. «En los albergues para personas sin hogar, te sientes como en una cárcel», dijo Hasanoeddin, de 52 años. “Hay muchos robos de objetos personales, por lo que mucha gente no quiere estar allí. El toque de queda no está mal, pero hay otros factores a las que muchos preferimos no enfrentarnos, por lo que hemos decidido quedarnos en la calle». El Ayuntamiento no respondió a nuestra solicitud de comentarios.
Por Lorena Mongelli y Bruce Golding para New York Post (traducción del inglés por sondas.blog)
SONDAS: ¿Corresponden estas fotos a Estados Unidos, a Nueva York, a Manhattan? ¿Son estos paisajes urbanos que vemos repetidos en San Franciscos, en Los Ángeles, en Portland, en Seattle… los que esperaríamos encontrar en la nación más poderosa de la Tierra? Sin embargo, así es; estas perturbadoras escenas serán las que veamos extenderse por todo el mundo. Las elites que controlan la política, la economía, los ejércitos… vivirán separadas de la chusma, del populacho… en el lujo más barroco.
Después de la segunda guerra mundial, todas las medidas que han ido tomando los gobiernos y todos los cambios que se han ido operando en las sociedades han ido dirigidos a este mismo objetivo –eliminación de las asociaciones con seguimiento de la actividad política, confinamiento, aislamiento, desconexión con la realidad. Repasemos el panorama de los últimos 80 años. La democracia va restringiendo la participación (control) de los ciudadanos en la vida política –las leyes las hacen los gobiernos y las ratifica el parlamento (los mismos). Cada vez hay menos movilidad de la gente, pues la democracia ya no necesita controles populares –se desmantelan las redes operativas que eran capaces de convocar huelas generales en cuestión de horas. Los sindicatos se convierten en muros de contención contra los trabajadores… Se elimina a los buhoneros y al pequeño comercio en favor de superficies de venta cada vez más grandes, en las que impera la impersonalidad, la desconexión. Aparecen los malls y la venta por correo –continúa la desconexión y el aislamiento. Más tarde, con internet como nueva realidad virtual, se establece la venta online, los juegos interactivos, la pornografía animada… Y mientras estamos absortos en alguna virtualidad Facebook o twitter, ellos siguen desmantelando la realidad, deformándola… hasta hacerla aborrecible.
Cualquiera de estos homeless preferiría estar conectado a una pantalla de ordenador “navegando” por el océano internet, que tener que hacer pipí y caca en una parada de autobús. Y esas van a ser las dos únicas alternativas que se le ofrezcan al hombre en un futuro no muy lejano.