Kevin Barret para Veterans Today
El abogado internacional Ed Corrigan ha lanzado el guante:
Hay límites a la libertad que podemos calificar de cuerdos y razonables, y el uso obligatorio de la mascarilla durante una pandemia está dentro de esos límites.
La mayoría de nuestra audiencia en False Flag Weekly News no está de acuerdo. Algunos piensan que toda la pandemia es un engaño. La mayoría está convencida de que el virus se creó en un laboratorio y se diseñó, como el 11 de septiembre, para acabar con la Declaración de Derechos, aterrorizar a la población hasta la sumisión y hacer retroceder la libertad a escala mundial.
La mayoría piensa que la amenaza ha sido exagerada. Y es indiscutible que tienen razón. Como observé recientemente en American Free Press, una encuesta científica ha demostrado que los ciudadanos en EE. UU, Europa y Japón creen que la pandemia es aproximadamente 100 veces peor de lo que realmente es. El miedo exagerado a COVID puede no ser tan loco como el miedo al terrorismo después del 11 de septiembre, pero obviamente es un caso de histeria colectiva al servicio de la política del miedo.
Mi posición es que, si de hecho la pandemia se produjo en un laboratorio y se desencadenó deliberadamente para acelerar la tendencia hacia la tiranía global, como parece probable, deberíamos alzarnos en una revolución total contra toda la estructura de poder que sea cómplice de esta monstruosa acción … y estar preparados y dispuestos a arriesgar nuestras vidas para hacerlo, derribando esa estructura de poder sin importar el precio. No tiene sentido vivir bajo la tiranía. La morir resistiéndola es infinitamente mejor.
Pero Ed es canadiense y es demasiado educado para asumir eso de «vive libre o muere». Entonces él piensa que, durante una pandemia, incluso una que solo sea un 1% tan mala como la gente piensa, todos deberíamos ser amables y usar nuestras mascarillas.
Otra voz pro-mascarilla en False Flag Weekly News es Allan, el productor. Allan quiere que todos usen una máscara N-95. De esa manera, se protege a sí mismo y a los demás, dice. Allan incluso piensa que puede haber una conspiración para evitar que Estados Unidos controle el COVID a través de mascarillas N-95. Él pregunta:
¿Por qué el gobierno no produce cantidades masivas y las distribuye gratis junto con las instrucciones para esterilizarlas en su horno o microondas y poder así reutilizarlas? ¿Es porque quieren que continúe el estado de emergencia por el COVID?
Entiendo cómo un gobierno razonable podría exigir el enmascaramiento universal del N-95 si la amenaza alcanza un cierto nivel de crisis. Si este COVID fuera tres veces más infeccioso y dos veces más letal que el ébola, ¿quién discutiría?
Pero en cualquier cosa que no sea una emergencia apocalíptica, miraría con recelo el uso masivo de las mascarillas. No se trata solo de un mero inconveniente. Es una pesadilla absoluta, una catástrofe social. No poder ver los rostros de otras personas es profundamente alienante. Los gestos faciales son al menos tan importantes como el lenguaje hablado para comunicar toda la gama de emociones humanas, que es de lo que se trata cuando hablamos de interacción. Ir a un lugar público y ver a todos con mascarillas es como algo salido de una película de terror. Por esa razón, ya no salgo, excepto a un par de lugares con poca gente donde las mascarillas no se usan mucho.
Me encanta la socialización cara a cara, pero siempre me ha resultado extremadamente estresante y alienante hablar por teléfono, y nunca, nunca, hablar por teléfono por diversión, así que tal vez soy hipersensible a la ausencia de presencia corporal y gesto facial. Y ver la cara con la que estás hablando en una pantalla tampoco me fascina. Hablo todo por Skype y Zoom como parte de mi vocación yihadista de la verdad, y estoy dispuesto a soportar un alto nivel de estrés como parte de eso, pero nunca en toda mi vida he hablado a través de un dispositivo de telecomunicaciones por diversión. No puedo imaginar por qué otras personas se torturan a sí mismas al hacerlo, cuando podrían estar sentados con individuos reales y hablando cara a cara (sin mascarilla). Viví los primeros quince años de mi vida adulta sin teléfono, nunca he tenido un teléfono celular y paso la mayor parte del tiempo lejos de mi teléfono fijo. De nuevo, tal vez soy un caso extremo. Pero sospecho que hay muchos ciudadanos que se están alienando y empobreciendo espiritualmente al usar la tecnología de las telecomunicaciones o, peor aún, al contemplar multitudes de personas con mascarillas. Simplemente no son lo suficientemente conscientes, emocionalmente hablando, como para darse cuenta.
SONDAS: ¡Guerras, guerras, guerras, armamento, laboratorios secretos, cárceles secretas, torturas, explosiones nucleares… detrás de una amplia y cordial sonrisa que nos habla de la libertad conseguida, de los derechos humanos, de la prensa libre!
“No hemos tenido más remedio que utilizar armas de destrucción masiva para contrarrestar al fascismo, al terrorismo, a los anarquistas, a los sicópatas…
Así habla el joker de turno, el último farsante, el último símbolo del mundo libre… mientras nos ponen las esposas, nos encierran en casa y pegan un cartel en la puerta:
INFECTADO
Infectado ¿de qué? Nuestros vecinos asienten con la cabeza, parecen decir con su adusta mirada:
NOSOTROS LO VIGILAREMOS
SIEMPRE NOS PARECIÓ SOSPECHOSO
Allí lo pagaréis, hijos de puta, en la Otra vida. Lo pagaréis como no podríais pagarlo es ésta. Os estaremos esperando.