Neil Clark para RT
En el discurso online del primer ministro del Reino Unido se descartó la idea de volver a la normalidad. ¿Está usando Covid-19 para seguir la agenda del «Gran Reinicio» del Foro Económico Mundial, como muchos han advertido?
“No se trata realmente de salud pública o de un virus. Tienen otra agenda «. Eso es lo que los llamados» teóricos de la conspiración «vienen diciendo desde marzo, cuando se impusieron los primeros cierres y nuestras vidas se quedaron patas arriba.
Esos ‘teóricos de la conspiración’ fueron denunciados, como siempre, como ‘chiflados’ y ‘terraplanistas’, pero aquí estamos, en octubre, y, seamos sinceros, no hay absolutamente ninguna señal, a pesar del muy bajo número de muertos ‘por’ Coronavirus, de que estemos volviendo a algo que podría llamar normal. De hecho, en su discurso de apertura de ayer, el primer ministro Boris Johnson descartó específicamente un regreso a la normalidad, ni siquiera con una vacuna.
“Después de todo lo que hemos pasado, no es suficiente volver a la normalidad. Hemos perdido demasiado. La historia nos enseña que cosas de esta magnitud (guerras, hambrunas, plagas, eventos que afectan a la gran mayoría de la humanidad, como lo ha hecho este virus) no vienen y se van. Pueden ser el detonante de un cambio económico y social”.
Cuando escuché a Johnson pronunciar estas palabras, pensé: ‘¿Dónde he escuchado yo eso antes?’ Bueno, la respuesta está en el libro Covid-19: The Great Reset de Klaus Schwab, presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, y Thierry Malleret. Ellos también, como Johnson, invocaron la Segunda Guerra Mundial como el detonante de cambios fundamentales, no solo en el orden global y la economía global, sino también en la sociedad y la forma en la que los seres humanos interactúan entre sí. Como Johnson, no quieren volver a la normalidad. Muchos de nosotros estamos pensando en cuándo las cosas volverán a la normalidad. La respuesta más evidente es nunca.
SONDAS: Como siempre, se trata de subirse al tren del éxito en el último momento, deprisa y corriendo. Mas no hace mucho, Rusia Today aireaba las arriesgadas declaraciones de Putin: “Covid19 es un virus natural como la vida misma; no ha sido fabricado ni manipulado en ningún laboratorio.” “La explosión en el puerto de Beirut no fue un atentado, sino el resultado de un accidente en unos almacenes en los que se habían guardado toneladas de nitrato amónico.” “Hemos registrado la primera vacuna anti-covid del mundo.” Felicidades Mr. Putin. Pero, díganos ¿qué beneficio puede tener una vacuna contra un virus que no existe? Recuerde que sus propios científicos, algunos de ellos, hace poco hablaban de que a covid19 habría que tratarlo como si fuera un veneno. ¿Han tenido en cuenta estas declaraciones los científicos que han preparado la vacuna?
A pesar de este gigantesco esfuerzo, a pesar de este gesto, de este amor por la humanidad, por los viejitos aquejados de covid en Aburrea Alta, la vacuna rusa está pasando a la historia sin pena ni gloria, y a ti no te han dado el Premio Nobel de la paz porque todos te odian, odian a Rusia, a vuestros popes ortodoxos, a vuestro éxito económico, a vuestro poder militar. Le llevaste un ramillete de flores a la mujer de Macron y cenaste con ellos, después Francia y Europa te impusieron más sanciones. Yo creo, Putin, que ya no aprenderás.
Ahora, RT intenta guardar la ropa mientras nada entre tiburones, y publica un artículo en el que da a entender que hay una agenda, quizás del Foro Económico Mundial, para llevar a cabo un “reinicio”, otro término para Nuevo Orden Mundial. Vaya, vaya, así que RT se une a los conspira-maníacos, pero lo hace sin entender la ecuación completa, y cae en el estúpido error de pensar que primero fue el covid y después la agenda. En estricta lógica primero tuvo que ser la agenda y después preparar el covid para ir implementándola en todo occidente y en el resto del mundo, ese mundo tercermundista que había que diezmar lo antes posible.
Les damos la bienvenida. Ya dicen que rectificar es de sabios. Quién sabe, quizás a no mucho tardar Roscosmos empiece a hablar de la torta terráquea o, al menos, de las fantasías NASA. Tendremos que remontarnos a Copérnico, a Galileo, a Kepler… Un trabajo de limpieza exhaustivo.
Por otra parte, lo que vemos en la historia reciente de la humanidad –pongamos, en los últimos 300 años– es a los seres humanos caminando distraídos y confiados por un cuadrilátero gigantesco, tan gigantesco que nadie ve su límite ni, por lo tanto, las cuerdas. En estas que alguien le da un guantazo descomunal a uno de esos humanos distraídos, que bien podría representar a unos cuantos millones de sus semejantes, y cae de bruces al suelo. Inmediatamente, llega un hombre con un fonendoscopio y le pregunta: “¿Ha estado muchas horas sin comer? ¿Tiene problemas de azúcar? Déjeme auscultarle; su corazón late con fuerza, habrá sido un mareo, algo que le ha sentado mal.” El caído se levanta y sigue caminando tan distraído como antes. Así llevamos 300 años, por no remontarnos a la edad de piedra, entre otras cosas porque nunca ha existido tal cosa (ver Referencias F8), 300 años recibiendo guantazos y pensando que son achaques de la edad, una subida de azúcar, tensión alta… Y a cada guantazo, nuevo orden mundial, nuevo cambio de valores, nuevo estilo de vida –confinamiento, distanciamiento, control…
Recordemos cómo era la vida poco antes de que estallara la primera guerra mundial. Recordemos qué valores prevalecían entonces, de qué medios tecnológicos disponíamos. Ahora vayamos al final de la segunda guerra mundial, 30 años después, y fijémonos que sucedió a nuestras sociedades, a nuestra arquitectura, a nuestra economía… cuando recibimos el siguiente guantazo. Los edificios, los rascacielos, acabaron con el concepto de vecindad. Se estableció una vida vertical que finiquitaba la horizontal. Comenzaron a proliferar los supermercados, otro guantazo; los bancos, en cada esquina, otro guantazo; la compra a plazos, los créditos… desapareciendo así los prestamos entre amigos o familiares, otro guantazo. Llegaron los malls, los móviles, el internet… covid19… De este guantazo puede que ya no nos levantemos nunca.