La nueva urbanización de Xiong’an cerca de Beijing tendrá un vecindario autosuficiente. Está diseñada para permitir que las personas vivan más cómodamente en caso de pandemias. El complejo contará con balcones más grandes, impresoras 3-D y drones, entre otras innovaciones. El arquitecto español se inspiró mientras trabajaba en el confinamiento por coronavirus. China está construyendo una nueva ciudad inteligente ‘a prueba de COVID’ con un vecindario autosuficiente diseñado para facilitar la vida de las personas en caso de brotes pandémicos. La urbanización es parte del plan para la Nueva Área de Xiong’an, una megaciudad cerca de Beijing libre de todos los constreñimientos que exige la especulación.
Guallart Arquitectos, con sede en Barcelona, ha diseñado un vecindario autosuficiente para la Nueva Área de Xiong’an, una megaciudad cerca de Beijing que eclipsa al Gran Londres en tamaño
La comunidad futurista estará equipada con instalaciones de última generación, como balcones más grandes y aptos para drones, granjas en la azotea, impresoras 3-D compartidas y sistemas de energía renovable.
El vecindario está diseñado para permitir que los residentes vivan más cómodamente en caso de bloqueos.
El complejo ubicado en la provincia de Hebei constará de bloques de apartamentos de madera, granjas en la azotea y energía renovable, según su arquitecto jefe. También cuenta con terrazas aptas para drones y un amplio espacio para satisfacer las necesidades de los residentes cuando trabajen desde casa. Guallart Arquitectos, con sede en Barcelona, ganó el mes pasado el concurso para diseñar la comunidad en Xiong’an, que el presidente chino Xi Jinping promueve como «un nuevo estándar en la era post-COVID» que también se puede aplicar en otros lugares.
El complejo en la provincia de Hebei constará de bloques de apartamentos de madera, granjas en la azotea y energía renovable, según los diseñadores de Guallart Arquitectos, con sede en Barcelona.
También cuenta con terrazas aptas para drones y un amplio espacio para satisfacer las necesidades de los residentes.
En palabras del arquitecto jefe Vicente Guallart:
No podemos seguir diseñando ciudades y edificios como si nada hubiera pasado. Nuestra propuesta nace de la necesidad de dar soluciones a las diversas crisis que se están produciendo, con el fin de crear una nueva vida urbana basada en la bioeconomía circular.
En una economía circular, los recursos se mantienen en uso durante el mayor tiempo posible en lugar de desecharse en vertederos. A medida que las ciudades de todo el mundo impusieron confinamientos para contener el coronavirus, las autoridades de Ámsterdam y Sídney revelaron medidas para mejorar la sostenibilidad, la seguridad alimentaria y la movilidad, con más espacios verdes, carriles para bicicletas y nuevas tecnologías. En China, el gigante tecnológico Tencent anunció planes para una ‘ciudad inteligente’ que utilizará la tecnología para poner a las personas y al medio ambiente en primer lugar, un modelo que dijo que es particularmente relevante después del coronavirus.
El concurso para el proyecto Xiong’an lo realizaron los arquitectos de la empresa Guallart Architects mientras sufrían ellos mismos el confinamiento en España, y eso influyó ‘por completo’ en el diseño, reveló el fundador de la firma.
El área, que incluye edificios de madera con grandes balcones e impresoras tridimensionales compartidas, permitirá a las personas producir recursos localmente y obtener todas las comodidades ‘incluso en momentos de confinamiento’.
Comentaba el arquitecto fundador de la firma:
Nuestra propuesta nace de la necesidad de dar soluciones a las distintas crisis que se están produciendo, con el fin de crear una nueva vida urbana basada en la bioeconomía circular.
El presidente Xi dio a conocer el plan, en 2017, de crear la Nueva Área de Xiong’an, a unos 130 kilómetros (80 millas) al suroeste de Beijing, como una zona de innovación urbana. La ciudad ocupa 2.000 kilómetros cuadrados. El concurso para el proyecto Xiong’an se llevó a cabo cuando los arquitectos de Guallart Arquitectos estaban confinados en España, y eso influyó «incuestionablemente» en el diseño, dijo Guallart a la Fundación Thomson Reuters.
Queríamos hacer un manifiesto de aquellas cosas que pensamos que eran importantes durante el encierro y en el futuro. Si los hogares permiten el teletrabajo y la teleeducación, tienen espacios flexibles en grandes terrazas y las ciudades pueden cultivar alimentos en los techos o imprimir objetos en sus vecindarios, estaremos más preparados para las crisis del futuro.
Las epidemias pasadas también llevaron a cambios significativos en la planificación de la ciudad y las infraestructuras urbanas –desde los sistemas de alcantarillado y el transporte público hasta las regulaciones de vivienda. Esta vez, los temores de contagio también pueden crear ‘enclaves elitistas con un alto nivel de autosuficiencia’, dijo Tony Matthews, profesor titular de planificación urbana y ambiental en la Universidad Griffith de Australia.
Las personas que puedan a menudo pagarán para aislarse.
Y puso como ejemplo las comunidades cerradas.
Podrán surgir enclaves posteriores al COVID con seguridad, instalaciones médicas privadas y producción de alimentos en el lugar.
Para Guallart, el coronavirus es una oportunidad para promover nuevos formatos urbanos enfocados a la ecología.
Esta pandemia ha acelerado el futuro. Las ciudades han visto de lo que son capaces si se enfrentan a un desafío y, por lo tanto, las decisiones relacionadas con el cambio climático y su impacto en el modelo urbano, en el diseño de los edificios, en la movilidad, deben tomarse de inmediato.
SONDAS: Son viejos conceptos que, aún sin el coronavirus, han alimentado la imaginación de arquitectos y utopistas de todos los tiempos. La idea de aislarse de los demás viviendo en espacios reducidos y alejados de los centros urbanos ha estado presente en la mente de las elites –elites que a veces se llamaban reyes o príncipes o nobles, alta burguesía…
Estas elites siempre han tenido claro que los recursos naturales son limitados y no alcanzan para todos, por ello crearon una estructura social y económica basada en la esclavitud, o la servidumbre, que proveyera de mano de obra barata o casi gratis al servicio de estas elites. Les cultivaban sus campos, recogían las cosechas, prensaban las uvas, secaban la carne, cazaban aves… mientras los amos disfrutaban de sus cortesanas, de sus siervas y esclavas, de sus caballos de raza, de sus fiestas y de sus prósperos negocios.
Ahora se trata de crear ciudades seguras, ciudades anti-virus, en las que disfrutar de comida sana y natural, de espacios verdes, de circuitos para bicicletas y de otras muchas ocurrencias. Mas la pregunta que más urge contestar ahora es ¿quién cultivará en las terrazas de los edificios deliciosas frutas y hortalizas? ¿Quién cuidará de los extensos jardines? ¿Quién limpiará las calles? ¿Quién hará funcionar los mecanismos de reciclaje? ¿Quién mantendrá en perfecto funcionamiento las complicadas instalaciones de estos centros urbanos? La respuesta no da para muchas opciones –los esclavos, los siervos, que, como hormigas invisibles, trabajarán mientras las elites duermen o fornican.
Por ahí van los tiros, como ya hemos advertido en numerosos artículos –bipartición social (elites-siervos), biconfinamiento (en ciudades paradisiacas para las elites y en ciudades dormitorios para el lumpen), libertad de movimiento para las elites y estricto confinamiento para los siervos.
El Área de Xiong’an nunca estará habitada. Es una mera propuesta populista y demagógica –no es lo suficientemente paradisiaca para las elites y, al mismo tiempo, demasiado lujosa para el lumpen. Son iniciativas en el papel, intentos, giños… mas el cambio que se nos vecina nada tiene que ver con Xiong’an. En Virtual Revolution vemos una imagen mucho más ajustada a la nueva realidad que ya está controlando nuestras vidas.