A lo largo de la historia se han ido incrustando elementos chamánicos en el cuerpo de la profecía. Unos han sido expulsados por el propio cuerpo y otros se han quedado enquistados en su interior hasta encontrar el momento propicio de liberarse de la membrana del tumor cancerígeno en el que yacían y comenzar a expandirse por toda la creencia profética. Y raras veces, sobre todo en los últimos tiempos, los guardianes de la fortaleza de la fitra se han dado cuenta de que esos elementos que entraban con una ancha sonrisa en la boca, eran elementos venenosos, cancerígenos, que amenazaban con destruir la ciudadela. Y ello es así porque el chamanismo recibe su input de la profecía, cambia unos cuántos conceptos, y de esta forma, a simple vista, parece que es lo mismo.
Mas en el chamanismo desaparece el Creador y no puede haber nada ni nadie por encima del chamán. Sí, hay fuerzas en el universo, energías, espíritus… que el chamán controla y que trabajan para él. De esta forma desaparece la noción de un Creador, de un Diseñador, de un Sostenedor.
Y uno de esos elementos chamánicos que de forma camuflada se han introducido en el Islam es la ley del karma –una ley que no explica el sistema de creación del Altísimo, pues el karma, según la mayoría de las interpretaciones en el hinduismo, en el budismo o en el taoísmo –es un mero fenómeno acción-reacción. Si un hombre mata a otro sin ningún derecho, esa acción negativa va a producir otras acciones también negativas que recaerán sobre el asesino. Y si otro hombre hubiese hecho el bien con sus vecinos, esa acción positiva originará acciones positivas de las que se beneficiará.
Mas la mayoría de las cuestiones que surgen cuando intentamos entender esta ley quedan sin responder, pues esta ley solo controla aspectos morales de la existencia y deja al libre albedrío todo lo demás, por ejemplo, quién produjo los repliegues de los zapatos del asesino cuando marchaba hacia su víctima. Más aún, quién controlaba sus niveles de azúcar, su presión sanguínea, el movimiento de sus electrones… pues esto es de lo que se trata.
Hemos venido a un mundo terminado y en pleno funcionamiento, sin ningún tipo de intervención humana. ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Cómo se han organizado los átomos hasta formar moléculas con millones de diferentes funciones? ¿Cómo ha surgido la vida y cómo es posible que no seamos capaces de reproducirla, de crear una sola célula?
Fijémonos en esta aleya del Corán:
SóloÉl tiene las llaves del Ghaib y sólo Él lo conoce. Sabe lo que hay en la tierra y en el mar. No cae una sola hoja que Él no conozca y sepa que ha caído, ni hay semilla en la oscuridad de la tierra ni nada húmedo o seco que no esté en un Kitab inalterable. (Corán, sura 6, aleya 59)
La explicación a esta aleya la encontramos en otra aleya del Corán:
No ocurre nada, ni bueno ni malo, en la Tierra o en vosotros mismos que no esté en un Kitab antes de que hagamos que se manifieste –eso es fácil para Allah. (Corán, sura 57, aleya 22)
De igual manera que en todos los sistemas electrónicos e informáticos –ya sean las tarjetas de móviles, de USB– primero se han originado los programas con sus datos y sus fórmulas, para que después se puedan manifestar en las formas requeridas –música, textos, imágenes, cálculos… Sobre todo, lo vemos en los sistemas vivos, como el ADN de la célula. Toda la información está contenida en la doble hélice y los ARN las irán separando para extraer los datos contenidos en las zonas marcadas, haciendo copias para preservar el original, traduciendo sus contenidos… hasta configurar un formato comprensible para los ribosomas encargados de producir la proteína que necesita esa célula; y muchas otras funciones. Primero están los registros, la información, y después –las acciones.
De la misma forma, todo lo que ocurre en el universo, en esta creación, es el resultado, la manifestación, de lo que previamente se había escrito, programado y nada ni nadie lo puede alterar. El destino es inamovible e incluso cuando nos parece haberlo cambiado, haber influido en él, eso mismo también estaba escrito y formaba parte de ese destino.
Por lo tanto, no existe algo como la ley del karma. Lo que existe es el ADN cósmico, universal, absoluto. Es el Kitab de Allah. Mas este Kitab es la biblioteca entera, y contiene todos los libros, todos los registros, con toda la información necesaria para que se haya ido conformando este universo, con todos sus elementos, sus acciones y sus fenómenos; cada mota de polvo, cada átomo; la humedad, el calor, la luz… cada cosa en su libro, en su registro.
Todas las acciones están predeterminadas, esperando el momento marcado para activarse; cada pensamiento, cada sensación. Sin embargo, el hombre puede ser algo más que la víctima de su propio destino, ya que al hombre se le ha concedido lo que ninguna otra criatura posee –la consciencia. Y de esta forma el hombre se convierte en el espectador de su propia predestinación. Observa las acciones –las suyas y las de los otros.
Mas esta consciencia no se activará, a no ser que Allah quiera. Es el Plan de Allah, y Allah hace lo que quiere.
Es una admonición y un recuerdo. Quien quiera que se dirija hacia su Señor. Mas no querréis a menos que Allah quiera. (Corán, sura 76, aleyas 29-30)
De entre ellos hubo quienes creyeron y hubo quienes encubrieron la verdad. De haberlo querido Allah, no habrían luchado entre sí, pero Allah actúa según Su plan. (Corán, sura 2, aleya 253)
Por lo tanto, las acciones no son el resultado de otras acciones. La dialéctica causa-efecto es solo aparente, algo que nos tranquiliza y hace que nos sintamos cómodos con lo que nos sucede y con lo que sucede a nuestro alrededor. Todas las acciones forman parte del Plan de Allah y como sucede en el ADN, cuando se activa un gen, un registro, la consecuencia inmediata puede estar a cientos de miles de genes a la derecha o a la izquierda. La consecuencia de una acción que tuvo lugar en nuestra niñez puede estar ensamblada, continuada, con varias acciones en nuestro periodo de madurez.
Estas observaciones podrían llevarnos a una profunda reflexión que nos sacara de la negligencia en la que vive el hombre de hoy. Mas no reflexionaremos, a menos que Allah quiera –todo está escrito.