Hani Naqshabandi.
Todos vivimos en un gigantesco mar, en un océano, de hecho. Una inmensa extensión de agua en la que nunca se divisa tierra ni orillas ni vegetación ni el menor signo de vida. Todo lo que existe se encuentra en esa interminable llanura de agua.
Cada individuo navega en su barco tratando de sobrevivir, tratando de no colisionar con otros. Cada uno de los barcos tiene una identidad bien definida. Hay navegantes que tratan de camuflar su identidad, pero esa astucia casi nunca funciona –al final se descubre el subterfugio.
Ese mar gigantesco, ese océano, está bajo un estricto control, bajo una continua vigilancia. El poder que lo controla nunca permite que un barco navegue por su cuenta, según le plazca, siguiendo rutas alternativas o deteniéndose indefinidamente en un punto. Hay un radar que delata sus posiciones. Ningún barco puede escapar a sus sistemas de detección. Cada vez que este poder descubre una nave en buenas condiciones, la apresa y pasa a su flota o la destruye. En ese mar solo hay espacio para los barcos agujereados –no pueden llevar demasiada carga ni demasiados peces. Es una situación de supervivencia. Sólo hay barcos agujereados y todo lo demás son herramientas para romperlos, ya sea por la mano del propietario o por la del poder controlador, de forma que ya no pueda navegar. Si lo agujera el propietario, podrá seguir navegando. Mas lo rompe el poder que controla el océano, se hundirá. Otro posible escenario es cuando uno de los navegantes se niega a rendirse al poder e insiste en proteger su nave sin agujerearla. Esa lucha alocada e imprudente contra el poder controlador causa la destrucción de numerosas naves, a las que culpa del propio hundimiento de la suya. En el pasado, un siervo de Allah enseñó al profeta Musa que es mejor agujerear el barco para evitar que sea apresado por un poder tiránico.
(71) Siguieron su camino hasta que montaron en una embarcación y la agujereó. Dijo: “¿La has agujereado para que se ahoguen los que van en ella? Terrible en verdad es lo que has hecho.” (72) Dijo: “¿Acaso no te advertí que si me acompañabas, no podrías retener tus impulsos?”
Qur-an 18 – al Kahf
(78) Dijo: “Aquí debemos separarnos. Voy a aclararte la interpretación de aquello que te impidió retener tus impulsos. (79) En cuanto a la embarcación, pertenecía a unos hombres que vivían de ella y quise inutilizarla, pues iban a encontrarse con un poderoso cacique que se apropiaba por la fuerza de todas las embarcaciones que cruzaban su territorio.
Qur-an 18 – al Kahf
Decido, pues, agujerear mi barco de tal guisa que pueda seguir navegando y pase, al mismo tiempo, desapercibido del radar… en ese mar de aguas turbulentas.
Convertirse en chatarra a ojos del sistema y sobrevivir.
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¿ Es Al’lah (s.w.t) dueño y señor de todos los océanos y mares, con sus barcos y embarcaciones, el dueño y señor de todas las almas humanas con sus buenas o malas intenciones…? Entonces, si ha concedido a la humanidad el milagro de la comunicación por tierra por aire y por mar (…) si nada pasa desapercibido a Su poder, entonces, de que nos servirá escondernos ante los ojos del opresor si todo el poder y la fuerza vienen de Él, de que nos sirbe escondernos cuando se estan manifestando sus signos y Su Decreto se nos está imponiendo ❓
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Bueno, que cada cual haga lo que quiera. Yo pienso que el ser humano en el libre ejercicio de su albedrío se ha apartado de la vía revelada por lo que ha devenido la corrupción, la injusticia y el caos generalizado. Pienso que el enfoque de este artículo de Hani Naqshabandi es muy acertado dado los tiempo que corren, ya próximos a la culminación de la historia, donde lo que predomina es la ignorancia, la mentira y la corrupción, tal y como fue profetizado que ocurriría, por lo que lo mejor es ser fiel a uno mismo y al Din, lo cual nos convierte automáticamente en escombro a ojos de este orden mundial satánico.
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Aunque esconderse, es decir, dejar la TV, el internet e irse al desierto también lo veo como una buena opción vital dado el insoportable hedor del influjo del maligno.
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Allah el Altísimo actúa siempre a través de sus siervos, sean estos animados o inanimados. Cada uno pues debe buscar su estrategia -cuando tienes hambre, comes, buscas comida, trabajas, haces comercio y ganas dinero y con ese dinero puedes comprar comida. De la misma forma, debemos tratar de protegernos, de proteger nuestra vida, nuestro honor, nuestras propiedades… una manera de hacerlo es pasar desapercibidos a los poderes que controlan las sociedades. ¿Cómo? Agujereando nuestro barco, dejando de ser útil a sus ojos, a sus intereses, pero util para nosotros, capaz de seguir navegando.
Hay un abogado, por ejemplo, que ejerce como tal y cumple con todos los trámites como cualquier otro abogado (es el agujero que le ha hecho a su barco), pero luego ayuda a los que han sufrido una injusticia, escribe artículos (quizás con seudónimo), monta reuniones… es un abogado, un barco agujereado, y eso le permite navegar.
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